Película
premiada con el Oso de Oro del Festival de Berlín de 2011 a la mejor película y
con el Oso de Plata a todo el elenco de actores masculinos y femeninos, todo un
éxito para su creador Asghar Farhadi, joven director (1972) que cuenta en su
filmografía con otros éxitos como “A propósito de Elly”
Una pareja iraní
han decidido dejar Irán para buscar un futuro mejor para su hija. Son de clase
media. El trabaja en un Banco y ella es profesora posiblemente de inglés.
Parece que comparten esa decisión. Cuando ya están a punto de irse el médico le
diagnostica Alzheimer al padre de él. Este cambia decide quedarse para cuidar a
su padre, lo que provoca una crisis de pareja que les decide a la separación
matrimonial. El aspecto mas conflictivo es con quien se queda la niña de 11
años. Van a un juez con los papeles de la separación a plantear sus argumentos
para que decida quien debe quedarse con la hija. Este momento es el principio
de la película.
Uno de los
planteamientos del film es implicar al espectador para que juzgue y se sienta
parte de lo que ocurre. La primera secuencia plantea esta posición poniendo al
espectador en el lugar del juez en interlocución con la pareja.
Lo singular del
planteamiento de esta separación es que el motivo no es por causas de falta de
afecto sino por desacuerdo en la forma de plantear el futuro de la hija. Al
apostar ella por una salida al extranjero y al sentirse él en la obligación de
quedarse para cuidar a su padre. La apuesta es firme y decidida por parte de
ambos y la separación es inevitable. La historia está llena de matices y
perspectivas. En la postura firme de ella está implícita la convicción de que
el desarrollo educativo en Irán y el futuro de su hija solo se puede producir
saliendo, lo que supone una crítica al régimen del país. La postura de él en
cambio es la de quien apuesta por quedarse en su país para luchar desde dentro
y transformarlo. Hay en el film un momento en que él acusa a su mujer de
cobarde, de no querer afrontar los problemas y huir de la realidad.
La resolución
judicial de atender la demanda del padre y por tanto impedir la salida de la
hija al extranjero es el planteamiento que determina que padre e hija empiecen
una nueva vida sin la madre y al cuidado del abuelo enfermo, mientras que la
mujer vuelve a la casa de su madre. Por otro lado el padre contrata los
servicios de una ayudante doméstica para apoyarse en ella para el cuidado del
abuelo. Esta mujer es obviamente de clase baja y para hacer su trabajo tiene
que desplazarse desde lejos e ir acompañada de su niña pequeña.
Como en la
película “A propósito de Elly” un acontecimiento puntual desata el caos y es el
elemento que cataliza la transformación de una situación “normal” a otra
conflictiva y emocionalmente muy diferente. En aquella película una jornada
veraniega placentera junto al mar de varias parejas se transforma en una conflictiva
situación de parejas por la desaparición y posible ahogamiento de una invitada,
lo que da pié a discusiones sobre las razones de los hechos que acontecen y los
elementos de unión de las parejas. En la película “Nader y Simin. Una
Separación” es la irrupción de una mujer pobre, embarazada, profundamente
religiosa, víctima de un marido intolerante, la que va a ser el desencadenante
de una situación terriblemente complicada por un hecho fortuito, el golpe
recibido por la empleada que le origina un aborto y del que es acusado
Resaltamos
algunos argumentos obtenidos de la crítica de Boyero:
Podría
pensarse que en la decisión del jurado de otorgar el máximo premio a una
película iraní ha influido la necesidad de reconocer y apoyar
internacionalmente a una cinematografía que tiene frecuentes y graves problemas
con el régimen autoritario que gobierna el país, hasta el extremo no ya de
impedirte que dirijas cine, considerado subversivo por la censura, sino que te
condenen a la cárcel por haberlo hecho. Ha sido el trágico caso del director
Jafar Panahi, al que le han caído seis años de cárcel y veinte de
inhabilitación por haber rodado imágenes de una manifestación antigubernamental
con el propósito de incluirlas en la película que estaba haciendo. Y su caso no
es aislado. En tan salvajes condiciones represivas hacer un cine crítico e
indócil hacia las directrices del poder se convierte en algo tan peligroso como
heroico. Pero independientemente de la solidaridad del jurado con los
perseguidos, otorgarle el Oso de Oro a Nader y Simin, una separación es
un acto de justicia y de sensatez.
El
director Asghar Farhadi hace un penetrante retrato del generalizado malestar,
el miedo, la complicada supervivencia, el sálvese quien pueda, a través de una
historia aparentemente leve que se complica hasta niveles desquiciantes. La de
un hombre casado y en proceso de separación que contrata provisionalmente a una
asistenta para que le ayude a cuidar de su padre, enfermo de alzhéimer. Al
descubrir que esta ha abandonado un día la casa dejando atado al enfermo y
reaccionar con consecuente indignación ante la presunta mezquindad de la
sirvienta, es acusado por ella y por su desempleado marido de haberle provocado
un aborto. El desarrollo de esta pesadilla en la que todos pretenden chantajear
al otro, con personajes que tienen anverso y reverso, luces y sombras, razón y
sinrazón, está admirablemente contado.
Es
una película poderosamente turbia, nunca previsible, que transmite una dolorosa
sensación de realidad, que te turba al verla y al recordarla. Que le hayan
concedido los premios de interpretación conjuntamente a sus actrices y actores
tal vez sea excesivo, aunque todos ellos resulten verosímiles y naturales.
En
esta confirma esas apasionantes características narrando con pulso
hitchcockiano (la trama y el lenguaje me hacen recordar Falso culpable)
la inmersión de un hombre legal y esforzado en un infierno psicológico y
judicial que le puede despojar de todo lo que valora. Farghadi describe
modélicamente la angustia progresiva de un padre, hijo y marido ejemplar desde
que su mujer le pide el divorcio por negarse a exiliarse de ese Irán
presuntamente asfixiante en compañía de ella y de la hija común (eso supondría
abandonar el cuidado de un padre anciano y enfermo de alzhéimer) hasta que la
denuncia por agresión de una mujer embarazada que ha contratado para que le
ayude en la casa y atienda al enfermo transforma la realidad en una pesadilla.
Es un retrato sombrío y profundamente humano del acorralamiento y el miedo, del
sentido de culpa y la mala conciencia, de la mentira y el chantaje moral, del
despertar de las miserias cuando la supervivencia aprieta, la violencia
subterránea en una sociedad atemorizada, en la que casi todo desprende mal
rollo.
Farghadi
te introduce con enorme talento, con matices, con tensión y complejidad en esa
atmósfera angustiosa, no juzga a sus personajes sino que expone sus razones
para actuar como actúan, te hace partícipe de su incertidumbre y su tormento,
logra que todo sea creíble y perturbador, dirige admirablemente a los actores,
incluida una niña tan adulta como extraordinaria. Es una película que te
conmueve al verla, también al recordarla.”