Madrid, capital de España, no tenía catedral, ni siquiera
una buena Iglesia Parroquial. Eso era intolerable para la nobleza y clero
local, pero topaban con los intereses del Arzobispado de Toledo. Tras varios
intentos se consiguió el permiso del Arzobispo de Toledo para construir una
importante Iglesia Parroquial dedicado a la Virgen de la Almudena. En 1879, El
Marqués de Cubas recibe el encargo de preparar el proyecto, y en 1883 Alfonso XII
coloca la primera piedra de la futura Iglesia.
La iglesia pasará a ser catedral cuando en 1884 Madrid es
erigida en diócesis por el Papa León XIII. El Marqués de Cubas reforma entonces
su inicial proyecto de Iglesia Parroquial modificándolo para que pueda
convertirse en Templo Catedralicio y realiza un proyecto grandioso, por sus
dimensiones y por su arquitectura, de un estilo neogótico exuberante y profuso.
Para conseguir mas grandiosidad, se proyectó su construcción
en el espacio, junto al Patio de Armas del Palacio Real, donde antaño estuvo la
ciudadela árabe (Almudaina). Ese lugar que hubiera merecido ser recuperado y
restaurado tanto por la muralla como por los vestigios de la ciudad árabe,
recibía en cambio el proyecto de una catedral que una vez finalizada después de
dos siglos ha devenido en la catedral mas fea, horrorosa, de España, edificio
mamotrético que desprestigia el entorno monumental y sus orígenes.
Lo peor es que cuando decidieron la construcción de la
catedral decidieron también destruir la antigua e importante Iglesia, Santa
María de la Almudena. En la decisión también influyeron razones urbanísticas ya
que se facilitaba el trazado de la calle Bailén.
Estaba la Iglesia
Santa María de la Almudena en el cruce de la Calle Mayor, con la actual
Calle Bailén y de ella quedan cimientos visibles precisamente en la pequeña
calle de La Almudena. Hay una maqueta de esta Iglesia que la reproduce tal como
era cuando se destruyó. Merece la pena verla en el Museo de los Orígenes de
Madrid (antiguo Museo de San Isidro)
Esta Iglesia está en los orígenes de Madrid. La pequeña
villa visigoda origen de los que después sería Madrid (Mayrit) estaría situada junto al
arroyo de San Pedro, que discurría por la actual cuesta de la Vega. Allí se
debió construir la primera iglesia llamada “Santa María de la Vega” donde se
veneraba una pequeña imagen de la Virgen que según la tradición fue traída a
España por el apóstol Santiago.
A principios del siglo VIII ante la inminente invasión de
los árabes (711 – 714), los cristianos de la villa para evitar la profanación
de la imagen la escondieron en un cubo de la muralla romana (lo de romana forma
parte de la leyenda porque no hay vestigios romanos en la antigua ciudadela).
Después de su conquista, los árabes construyen hacia el año
916 la Mezquita Mayor en la planta de la antigua Iglesia.
Cuando los cristianos reconquistan Madrid en 1083, Alfonso VI
purifica la mezquita mayor de Mayrit convirtiéndola así al culto cristiano. Seguramente
esta purificación implicaba la adaptación del edificio existente o la
demolición y construcción en su lugar de un templo de nueva planta.
Alfonso VI oyó hablar de la historia de la virgen del
antiguo templo y que los habitantes buscaban en vano la virgen escondida.
Entonces hizo la promesa de volver a buscarla si conseguía conquistar Toledo.
Mientras mandó pintar sobre el muro principal, en el interior de la antigua
mezquita, una imagen de la Madre de Dios, a fin de que se pudiera dar culto en
tanto aparecía “Santa Maria de la Vega”. Dicen que el artista se inspiró en la
esposa de Alfonso VI, hija del Rey de Francia. Por cuyo motivo la imagen tiene
en su mano una flor de lis, por lo que posteriormente se le adjudicó el nombre
de “Nuestra Señora de la Flor de Lis”.
La imagen de la Virgen apareció después de 370 años tras un
derrumbamiento del cubo de la muralla en una procesión de película en la que
estaban presentes junto con reyes, arzobispos y nobles el mismísimo Cid
Campeador. La historia está descrita de forma muy completa en http://www.archimadrid.es/catedral/Dossier_Almudena/default0.htm
El fresco de la Virgen de la flor de Lis fue venerado hasta
la aparición de la imagen de la virgen. Según los entendidos la pintura no es
anterior a los siglos XIII o XIV. Posiblemente sustituyó a la imagen primitiva
que se quemó en tiempos de Enrique IV. En un momento dado fue tapiada y
sustituida por la actual Virgen de la Almudena, perdiéndose su recuerdo hasta
que apareció en 1623. En 1638 se arrancó el bloque de yeso sobre el que estaba
pintada la imagen y se trasladó a otro lugar de la Iglesia.
En 1868, cuando se derribó la iglesia de Santa Maria, pasó a
la del Santísimo Sacramento y desde allí definitivamente a la Cripta de la
Catedral donde hoy se venera.
Pues bien, hay que ir a la Cripta a ver la imagen de la
Virgen de la Flor de Lis, y recordar toda esta historia, y lo guapa que tenía
que ser la mujer de Alfonso VI.
Se pueden ver también algunas vidrieras y alguna importantes
joyas que proceden de la iglesia de Santa Maria, tales como: una talla del Cristo
del Buen Camino en madera policromada del siglo XVIII, un hachero fechado en
1803 y dos óleos del siglo XVIII.
Lo demás de la Cripta es con perdón un cementerio, algo
maloliente, de tumbas y sarcófagos catalogados, unas de nobles y avenidos,
otras de plebeyos, otras para ser adquiridas por el mejor postor, a buen precio
en euros. La cripta, de estilo
neoromántico con influencias bizantinas, no deja de ser mas que un gran
mausoleo, para la Reina Mercedes y posteriores invitados, desprovisto de arte.