lunes, 15 de octubre de 2007

Por la Lagunas de Neila

Una pequeña nota para reseñar que hemos estado por la Lagunas de Neila, todos los amigos.
Esta vez hemos sido catorce y hay que destacar que hemos tenido la suerte de que han venido casi toda la sección juvenil (Elena , Mª del Mar, Daniel y Rafaela) con lo cual el grupo era evidentemente mas vistoso, alegre y bello, mejorando los presentes, que no estamos tan mal. Y desde luego la velocidad media ha aumentado, y el rendimiento ha sido sorpredente.

La elección de Quintanar de la Sierra como campo base para hacer las excursiones ha estado bien. Esta ciudad no es de la mas bellas, pero está en buen sitio para ir a Neila y a otros muchos sitios de interés. Y tiene dos necrópolis del siglo IX en las inmediaciones, Cuyacabras y la de Revenga, sitios verdaderamente mágicos porque sus tumbas antropomórficas, a cientos, labradas en masas de granito, entre bosques de robles, quejigos y pinos, te sacan del tiempo actual y te enganchan con el origen y el destino de los humanos, especie loca que se envuelve en piedra, se tumba boca arriba y espera una eternidad para una resurrección increíble que finalmente es concedida a sus tumbas y no a sus cuerpos. No es mal destino que el polvo de tu cuerpo sea poco a poco desalojado, desplazado por polvo resinoso de los pinos, lignina de los robles y pisadas de hormigas, que alguna vez un arqueólogo limpiará para dejar el hueco de la piedra a la vista. O sea que viajamos hacia la oquedad. Y suerte la de aquellos que como los árboles de Hacinas caen bajo el cataclismo y en cien mil años las aguas cambian su cuerpo en fosil tronco tan eterno como las tumbas.

En un pueblo próximo, de nombre Regumiel de la Sierra, las tumbas antropomórficas estaban sobre un roquedo evidentemente antes que dicho pueblo, y en el roquedo se construyó mas tarde en el Medievo una iglesia con una torre bonita, iglesia que luego afearon prelados y vecinos de siglos posteriores, y construyeron casas cerca de la iglesia sobre las tumbas, y recientemente también construyeron sobre las tumbas una horrorosa escalera de hormigón de acceso a la iglesia. Solo quedan todavía a la vista unas decenas de tumbas sobrecogedoras, esperando su exterminio urbano que no su eternidad. El pueblo se anuncia a la entrada con el reclamo turístico de huellas de dinosaurios que parece que rinde mas que las tumbas antropomórficas.

Pero volvamos a las marchas. El viernes por la tarde estaba planificada una ruta que recorría la Ermita, las necrópolis y un eremitorio, así como un ramal de ascenso a media cumbre para acceder a la Peña del Vaso. Los objetivos se consiguieron a medias, porque como en definitiva llevábamos poco tiempo desde que salimos hasta el anochecer, dejamos las visitas a los lugares mágicos y sagrados para el domingo, quedando la marcha reducida a la inmersión en la naturaleza por allí hermosísima. En la búsqueda de la ruta a la Peña del Vaso el grueso de la expedición tomó otra ruta y se alargó la marcha y terminamos en otro sitio. Mas bonito si cabe, pero otro sitio: cumbres de rocas de granitos de formas extrañas (Peñas Amarillas) y erosiones profundas por un río de montaña, (Rio Triguera, afluente del Duero) lleno de helechos y hacedor de cuevas que por no saber que estaban no vimos.
La parte de la cola de la expedición, mas sosegada y reflexiva que la de cabeza si encontraron la ruta conveniente y trajeron imágenes de la famosa Peña del Vaso, y anécdotas de perdidos. Ruta de pendientes no muy fuertes pero sin dar descanso, ruta sin vista a largo plazo pero a corto bosque espeso de quejigos y pinos como no hemos visto en otros sitios. Allí se fueron dejando las toxinas madrileñas y calentando el personal sus remos para la marcha del siguiente día, prevista con mayores desniveles, aunque luego fue que no. Tampoco está tan mal hacer las cosas de forma diferente a lo planificado.

El sábado hicimos la ruta de las Lagunas de Neila. Se inició desde el Mirador de San Francisco y acceso a la Laguna Larga para recorrer por la orilla norte esta laguna y luego la Laguna Negra, y al final de la misma subida hasta la cumbre que bordea las lagunas y que da unas vistas magnificas sobre las lagunas y sobre todos los horizontes, al Norte el valle de Huerta de Arriba, Neila y la Sierra de la Demanda, al sur Quintanar y Castilla entera, al oeste los picos de Urbión.

La sección mas animosa de aquella mañana, incluyendo a Mª del Mar que casualmente quería machacarse un poquito, abordó desde el principio la subida a la cumbre Campiña, punto ligeramente mas elevado que el resto de la cresta de las lagunas a 2049 m., fuera de sendero y en plan subida libre. Buena experiencia, que solo los que la experimentan pueden entender.

Tras la reunión de los grupos marchamos por el Alto de la Campiña hasta a la punta de la Sierra donde el Cerro Zolorro es una plataforma en alto sobre el valle que la Naturaleza ha provisto de medios para que sea el mejor restaurante natural, y así dispone de una ámplia mesa de piedra con el tamaño justo para posar holgadamente el mantel de Juana y todas las viandas, sombra para ubicar los vinos, asientos próximos de diseño pétreo variado y camas turcas también de piedra. La mía con apoyo en pared lateral y caída al vacío en caso de sueño con pesadillas y vuelta repentina. Tras la comida y los vinos fue imprescindible una siesta.

Desde el Cerro Zolorro vimos el trazado de la marcha que habíamos previsto hacer por el fondo del valle y subida hasta allí mismo y pensamos que no estaría mal hacerlo en otra ocasión.

La vuelta por el alto te lleva en su parte final a la zona desde donde se divisan el resto de las Lagunas Altas, mas pequeñas pero también muy bonitas (Lagunas de los Patos y Laguna de las Pardillas), y el Refugio de Neila.
El Refugio de Neila, donde tomamos un refrigerio, está en un sitio privilegiado y tiene buena pinta, razones sobradas para intentar la vuelta con ese alojamiento. Y si hay nieve en la zona, a flipar.
Debe ser la zona rica en setas por estas fechas. Este año ni las vimos. Y así les pasó a unos de Bilbao que vimos en el Hostal Domingo que llevaban cestas de mimbre y múltiples cajas fruteras de cartón que volvieron de vacío.
Las cenas fueron todas en el Café Restaurante Ramón frente al Ayuntamiento y como todo lo excelente hay que decirlo los platos fueron casi exquisitos y fuímos atendidos por señoras camareras de Rumanía de gran calidad humana y simpatía. Mención especial merece la sopa de ajo rumana, que es como la castellana, pero fuertemente picante, muy reconfortante después de una marcha. Con el paisanaje local no tuvimos trato.
Los que hicimos las marchas nos acordamos cantidad de los ausentes y lesionados. No nos faltéis la próxima vez.