jueves, 24 de diciembre de 2009

Sentencia pavorosa por inexistente maltrato a una menor

Fátima ha sido condenada por la Justicia española. Cuatro años y siete meses, que debe cumplir ya. Su delito según la justicia española es cuádruple: “humillación y vejación”, “maltrato”, “maltrato en el ámbito familiar” y “no impedir el acoso sexual”, todo ello en relación con una menor, su sobrina. Pero Fátima es totalmente inocente, y el peso de la justicia española que le cae como una losa que la va a destruir nos parece el mayor acto de injusticia y de arbitrariedad.

En síntesis el proceso ha sido: a) denuncia de la menor por maltrato y acoso sexual; b) un primer juicio con una defensa poco eficiente en el que se dieron por verosímiles pruebas que no lo eran y testimonios que fueron sesgados, que establece su culpabilidad y fija la condena; c) sucesivas apelaciones a instancias superiores donde no cabía volver a considerar la veracidad de las pruebas ya realizadas y aceptadas como buenas, y donde era preciso hacer alegaciones de otro tipo, buscar nuevas pruebas y testimonios, que terminaron siempre con dictámenes contra la inculpada; d) rechazo en el Tribunal Supremo de las apelaciones finales; y d) petición de indulto en tramitación actual que, al parecer, no evitará su ingreso en prisión cuya resolución será tardía y de dudoso resultado.

Fátima tiene muchos amigos en España, amigos que la aprecian de verdad. Porque es una mujer de buen corazón, honrada y trabajadora. Es una persona que se parte trabajando para sobrevivir y para poder seguir construyendo su casa en Marruecos. Fátima, que lleva ya catorce años en España en su trabajo de empleada de hogar ha conseguido el respeto y cariño de muchos amigos españoles para quienes trabaja y para quienes resulta una trabajadora de plena confianza y eficacia. El nivel de confianza es tal que de hecho ha criado los niños de algunos amigos con tanto esmero y atención como sus propios padres.

El problema de Fátima empezó porque quiso cuidar y proteger a una sobrina suya de Marruecos, menor de edad, en situación familiar precaria. Se trajo a la chica a España, la alojó en su casa, la cuidó y procuró su pronta escolarización. Pero la chica no era un ejemplo de agradecimiento, docilidad y obediencia. Seguramente por pura adolescencia desobedecía con frecuencia, como ocurre con tantos jóvenes, las indicaciones de su tía, volviendo a casa mas tarde de lo ordenado, faltando al colegio y haciendo amigos poco recomendables. La posibilidad de que la niña se “torciera” asustaba a Fátima, quién lógicamente decidió tratarla con el rigor conveniente. De hecho, la niña se juntaba con jóvenes marroquíes de no muy buena conducta que ejercían mala influencia. Una noche la niña no volvió a casa en toda la noche, lo que le acarreó el “castigo” de quedarse en casa sin salir, y ante su desobediencia manifiesta, el de dejarla encerrada en casa. Las relaciones con su tía debieron ser enjuiciadas por la niña como inaguantables y propiciaron un plan por parte de esta, seguramente aconsejada por amigos avispados, consistente en denunciar a su tía por malos tratos, con lo que de esa forma podría ser puesta bajo protección de las autoridades y de esa manera ingresar en un Centro de Menores, donde ella pensaba que estaría mejor, en compañía de colegas que ya conocía y donde tendría libertad de salir o escaparse cuando quisiera.

En efecto, denunció a su tía a la policía construyendo una denuncia mentirosa y malintencionada que describiera una situación suficientemente grave para que interviniera con rapidez la Fiscalía de Menores. ¿Qué hechos denunció? Pues básicamente malos tratos y abusos sexuales. Los malos tratos referidos a las acciones de castigo infligidas. Denunciaba recibir golpes e incluso ser golpeada con un palo. Lo del abuso sexual se refería a un supuesto acoso sexual en casa de Fátima por parte del compañero de Fátima a quien denunció de haber recibido tocamientos un día que ella estaba ante el ordenador.

Es de suponer que aunque la denuncia hubiera sido formulada en términos imprecisos, produjo la inmediata alarma policial y dio pie a una concienzuda investigación para conocer los hechos y su gravedad. El resultado inmediato fue imputación de Fátima y de su compañero y posterior procesamiento.

Los hechos denunciados no tienen nada que ver con los reales. Sin embargo en el juicio se consideró probado lo denunciado por la niña, apoyándose en ciertos testimonios:

- Hecho denunciado: La niña denunció que su tía la echó de la casa desnuda, teniendo que dormir en la escalera.

- Realidad: La niña de vuelta de la piscina se encontró con la puerta de la casa cerrada, mientras su tía estaba trabajando, y decidió esperar echada en el suelo en bañador en el descansillo de la escalera

- Testimonio: Un vecino dice haber visto a la niña según lo que ella describe.

- Hecho denunciado: La niña denunció que su tía la golpea.

- Realidad: Tras no volver a dormir a casa Fátima y su hija buscan a la niña y la encuentran en el Colegio. Tras la regañina, la hija de Fátima da un cachete a la niña.

- Testimonio: El portero del Colegio dice haber visto a la niña ser golpeada en el patio del Colegio. A la pregunta específica de quien fue la persona que golpeó a la niña, el Portero señala a Fátima.

- Hecho denunciado: La niña denunció que el novio de su tía la tocó mientras ella estaba ante el ordenador.

- Realidad: Pura invención de la niña, que además se inventa la existencia de un ordenador que nunca existió en la casa.

- Testimonio: Hecho denunciado sin prueba por el que se condena a ambos adultos

El juicio debió ser algo penosísimo. No cabe imaginar mayor indefensión:

- Denunciada por una niña aviesa mal aconsejada, cuya mala inclinación no fue puesta nunca en duda por la justicia.

- Con dificultades, por el uso escasísimo del castellano y formación insuficiente, siquiera para poder exponer la veracidad de los hechos.

- Prejuzgada por su raza y nacionalidad

- Defendida por un letrado que posiblemente no puso en juego desde el principio todos los recursos necesarios, en correspondencia a la humildad y origen de la clienta.

- Imputados con avidez por funcionarios con muchas ganas de aplicar las novedades y dureza de las leyes de protección de la infancia.

- Testimonios tendenciosos inclinados a apoyar a una niña presuntamente maltratada por una mujer ante la que sienten desconfianza por su apariencia de mora negra. De hecho, en ningún momento existió prueba o informe médico que certificara maltrato físico alguno.

- Juez expedito ante un caso de “tantas evidencias” y donde se puede aplicar la ley con rigor.

El resultado de juicio ya está dicho mas arriba. Fátima recibió el veredicto con desconcierto, incredulidad y miedo. Pensó pedir ayuda a sus amigos de España. Su compañero condenado a dos años de cárcel, no dispuesto a enfrentarse a tan injustificado castigo, se aprestó a volver a su país. ¡No iba a ir a la cárcel por nada! Sin duda su huída no ha beneficiado jurídicamente a Fátima.

Durante dos años Fátima ha tratado de evitar ser condenada. Ha contado con el apoyo generoso de amigos que, absolutamente convencidos de su inocencia y escandalizados por la actuación de la justicia, han buscado y sufragado ayuda jurídica, han promovido recursos y el apoyo de testimonios favorables.

El resultado de estas gestiones ha sido pertinazmente negativo. Los recursos ante otras instancias no podían remover las pruebas iniciales según exigencias del proceso jurídico. Las pruebas aportadas, como testimonios de un montón de amigos ratificando la probidad, honestidad y generosidad de Fátima, han sido consideradas oportunistas.

Ha sido imposible aportar un testimonio de la niña dando como falsa toda su denuncia. La niña, huída del Centro de Menores y viviendo en lugar desconocido de la costa almeriense con algún colega, se ha cuidado mucho de presentarse ante la policía para evitar la temida repatriación.

Con la resolución condenatoria del Supremo la entrada en la cárcel es inminente. Solo queda la petición de indulto. Un oficial del juzgado manifiesta rutinariamente que se puede solicitar el indulto pero que si la condena es superior a año y medio, tiempo usual de tramitación y resolución del indulto, tiene que ir ineludiblemente a la cárcel.

En la solicitud del indulto pudo contarse con la presencia de la niña por fin convencida de que se presentase para evitar que su tía entrara en la cárcel. En el juzgado, la niña respondió con total mutismo a las preguntas, salvo para aseverar que no fue su tía quien le pegó a la salida del Colegio. Sus declaraciones fueron interpretadas como debidas a presiones familiares, y por tanto de nulos efectos jurídicos. Además insisten que ninguna carta exculpatoria de la sobrina tendría validez jurídica si no se efectúa por vía notarial.

Fátima está enferma. El dolor de la injusticia cometida y el terror de tener que ingresar en la cárcel la está destrozando. Ya no tiene confianza en que la indulten. Le han dicho que en el mejor de los casos tendrá que cumplir tres años. La posibilidad de marcharse a Marruecos ni la considera. Allí no ganaría ni para comer. Tiene que seguir, aunque la metan en la cárcel. Quizá algún día pueda obtener un régimen abierto que le permita salir y seguir trabajando aunque tenga que ir a dormir allí por las noches.

Fátima va a presentarse de forma inmediata para su ingreso en prisión. Se producirá en esta Navidades.

Si existiera justicia se debería exigir la paralización inmediata del proceso, su despenalización y la realización de las diligencias necesarias para compensar las injusticias cometidas contra Fátima hasta la fecha.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Que no se aprovechen de la Crisis


Después de tantos meses de angustiosa crisis, bajo la aparente inoperancia del Gobierno, bajo el clamor calamitoso de la desleal derecha, bajo la prepotencia acusatoria de la gran patronal y la de unos medios fieles a sus dictámenes y diagnósticos, se echaba en falta tomar la calle para manifestarse contra los que nos la han traído y provocado. Por fin las centrales sindicales convocaron la manifestación necesaria, primero en otras ciudades y luego el 12 de diciembre en Madrid.

Denuncia el eslogan principal de la manifestación que no vaya a pasar que los que han provocado la crisis sean además los principales beneficiarios de la misma, lo que lamentablemente está pasando con total impunidad. Eslogan que da cobertura a miles de manifiestos: los políticos, los de los parados, los de los hipotecados y robados, los de los amenazados de despido o pérdidas de derechos…

Mas allá de los eslóganes, pancartas, mítines y mensajes lanzados, mas allá de las medidas propuestas, me parece que lo mas destacable y valioso fue el sentimiento colectivo de que somos muchos, una mayoría social, los empeñados en conseguir soluciones progresistas a las crisis y al sistema que las genera siempre en detrimento de los mas débiles, que somos muchos los que no vamos a tolerar mas agresiones económicas y precarización, los que pensamos que no podrán destruir la esperanza de nuestro pueblo en una sociedad mas justa y libre de explotación.

Aporto una colección de fotos de la manifestación, que muestran creo yo eso del sentimiento colectivo compartido.