viernes, 16 de noviembre de 2007

Desde la Plaza de la Opera hasta Puerta de Toledo

Desde la plaza de la Opera inicias la marcha hasta la Plaza Mayor saliendo por la Calle de Toledo, primera bocacalle a mano derecha, calle de Latoneros n º 3. Allí se encuentra Casa Revuelta, que es como la capilla sixtina de la tapa. Puede tomarte un rioja acompañado con un bacalao sublime. Lo hacen perfecto: por fuera rebozado y bien frito como un buen buñuelo, por dentro calentito, blanco, jugoso, con el punto exacto de sal. Una maravilla. Sin remedio hay que pedir una segunda ronda de bacalao pensando en una tercera ronda con calamares en su tinta que ya ves degustada por otros, pero que dejas para otro día porque el lugar invita a que la ruta se inicie y termine allí. En días como estos y a la hora del aperitivo suele estar el Revuelta bastante lleno de clientes, con razón, muchos de ellos empleados del Ayuntamiento que pilla cerca y saben lo que es bueno.

La ruta prosigue calle Toledo abajo. Esta vez hemos elegido la cervecería Arganzuela, al principio de la calle de la Arganzuela casi esquina con la calle Toledo, bar conocido por los amigos por “La Rubia”. Allí nos ofrecen vino blanco de rueda o Barbadillo, porque es lo que mas va con las frituras siempre bien preparadas. También hemos probado alguna vez buena mojama. Esta vez nos atiende con gran amabilidad la dueña, a cuya evocación se debe el nombre que a este bar daban Jose mi primo y Rafa, vecinos y buenos clientes.

Un poco mas arriba en la Calle Toledo a mano derecha en la Calle Calatrava nº 3 se encuentra el Bar Muñiz. Bar grande de barrio, estilo tradicional. Puedes pedir el vino que quieras. Si hace falta te abren una botella. Aperitivo de boquerón en vinagre con aceitunas, pero tienen cocina y se la curran. El cocinero luce una camiseta, sobre un amplio vientre con propaganda de la casa: “Cervecería Muñiz. Cañas y vinos de selección. Churros Artesanales. Calle Calatrava 3”. El camarero, conocido colega de instituto de nuestro amigo de igual apellido, es persona instruida y habladora. Hablando de la temperatura a la que se debe tomar el vino, saca a relucir que con el exceso de frío se pierde el sabor como pasa con los helados. Y resulta que se conoce las mejores heladerías de Madrid, que buenas hay poquísimas. Recuerda como excelentes: de la cadena Palazzo solo la de la calle Bailen; Bruin en Marqués de Urquijo; la que está en la Calle de Alcalá al lado del metro de Principe de Vergara, y alguna otra mas que ya no recordamos por los vinos acumulados. Dice que la mejor estaba en Atocha, donde unos italianos que vinieron a hacer la guerra con Franco se quedaron después y montaron una heladería. A lo mejor muchas de las heladerías italianas tienen ese origen.

Bueno la última bajando por la calle de Toledo y antes de llegar a la Puerta de Toledo en el Bar “Los Caracoles”, sitio también sagrado por los caracoles que siempre están en esa olla de cocer caracoles sobre el mostrador, tentación para culminar una ruta como esta o una ruta por el Rastro. En días de semana hay menos gente que en los días de rastro en los que es difícil tomarse un caracol entre el tumulto sin que te caiga un lamparón, lo que te denunciaría en la vuelta a casa.

Esta ruta fue recorrida con los amigos Juan Luis y Fernando, y echamos en falta a otros amigos aficionados a estas marchas, entre ellos al mas marchoso, al amigo Valentín.