sábado, 10 de noviembre de 2012

Por el Horcajo y la Garganta de Sierra Madrona



En nuestra visita a Sierra Madrona elegimos como base de operaciones Fuencaliente y en la búsqueda de una casa rural adecuada para el grupo de quince personas encontramos el lugar ideal: La Casa de la Mina de El Horcajo.

La elección del Horcajo no fue casual. Conocía yo el lugar gracias a una excursión organizada por mi Instituto, donde de la mano de una excelente profesora, fuimos a visitar las Minas del Horcajo y La Garganta, en una época ya remota, 1957, cuando aún funcionaban las minas de plomo argentífero y el ferrocarril de vía estrecha que comunicaba Puertollano con Conquista. Recuerdo de aquel viaje la visita a la entrada de una mina, la profusión de minerales, el regalo de un trozo de galena y otro de pirita para llevar a casa, la excursiones por el terreno, el descubrimiento de estratos y sinclinales en los cortes y taludes del terreno y de una naturaleza bellísima de gran riqueza forestal por los caminos de La Garganta. Mas adelante descubrí en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, Sección de Geología, justo a la entrada del Museo, una gran pieza de galena, con su cristalización cúbica, con una descripción de su origen de las Minas del Horcajo.

El Horcajo está además en nuestra memoria familiar. Allí vivieron en la primera década del siglo pasado mis abuelos, y allí tuvieron su primera hija. No vivieron exactamente en El Horcajo, sino en el Cerro del Aguila, lugar próximo a Ventillas y a unos catorce kilómetros de distancia del Horcajo, donde había otra mina que formaba parte del mismo complejo. Las minas se agotaban o se cerraban y los  mineros migraban de una minas a otras que estuvieran en activo como El Horcajo, Conquista, Cabezaraos - San Quintín, Puertollano, etc.

Las Minas del Horcajo eran muy importantes, por su riqueza y producción, y estuvieron activas hasta 1911 en que se inició su decadencia. En El Horcajo llegaron a vivir mas de cuatro mil personas y contaba con una hermosa Iglesia, Escuelas y Plaza de Toros. Actualmente solo hay nueve viviendas habitadas y lo que queda de aquel gran pueblo es paredes derruidas y restos de cimientos de muchas viviendas. Pero en El Horcajo no fue la erosión o el paso del tiempo los autores de la devastación sino la destrucción planificada y sistemática de todas las viviendas, ordenada en su momento por uno de los propietarios de las minas, pueblo y montes, Explosivos Rio Tinto, parece que con el fin de impedir que en aquellas viviendas se pudieran alojar cualquier persona.

Las Minas del Horcajo fueron propiedad de la Empresa Minero y Metalúrgica Peñarroya, de origen francés, quien las explotó hasta principios del siglo XX, dejándolas en estado de abandono. Una Empresa nacional continuó su explotación residual hasta el año 1965, en el que se produjo su cierre definitivo.

Peñarroya construyó u ferrocarril eléctrico de vía estrecha que unía Puertollano con Conquista para permitir el movimiento de minerales de las explotaciones mineras de la zona, que pasaba por El Horcajo. Y para  la obtención de madera, necesaria para la explotación de las minas, compró todos los montes y terrenos de desde El Horcajo hasta cerca de Conquista, una superficie de unas 25.000 Ha aproximadamente, donde efectuó una intensa reforestación con pinos. En un poblado, llamado La Garganta, edificó una gran casa o palacete residencia que fue utilizado por los técnicos franceses, incluso mucho tiempo después del cierre de las minas, como lugar de ocio por su gran valor paisajístico y cinegético. Mas adelante cuando la actividad de Peñarroya se limitaba a sus actividades en Cartagena, enajenó aquellas propiedades y el comprador fue Explosivos Riotinto, que debió adquirir aquel enorme patrimonio como simple inversión especulativa, y que los utilizó igualmente  para ocio de sus directivos. Fue precisamente Explosivos quien destruyó el pueblo del Horcajo que en casi su totalidad era de su propiedad para evitar que hubiera ningún habitante orientando ya aquel lugar a su destino actual, lugar privilegiado para cacerías de personal adinerado, como se comentará después. Tuvieron respeto por una gran Iglesia – Escuela que permanece erguida como un símbolo de la grandeza urbana del Horcajo, y algunas casas que entonces eran privadas y no quisieron vender a los precios ridículos ofrecidos por el exterminador Explosivos. Una de esas casas es hoy una magnífica Casa Rural que se llama La Casa de la Mina, en la que hemos residido. La Iglesia se mantuvo con culto hasta 1980 en que se abandonó. Seguramente robaron las tejas de la techumbre que terminó derrumbado. También se conservan con otros restos industriales, algunos castilletes de las minas, de sólida construcción en piedra, uno de ellos a la puerta de la Casa de la Mina. También quedan los restos de la Plaza de Toros y el Cementerio, a los que no se pueden acceder porque una alambrada lo impide, de manera que cuando alguien quiere localizar algún enterramiento de un antepasado tiene el paso al cementerio impedido.

A través al menos de un propietarios intermedio (algún noble llamado "de Baviera") todos aquellos terrenos y montes, conocidos con el nombre de La Garganta, han pasado actualmente a ser propiedad de un lord inglés a quien los guardas de la finca llaman El Duque, parece que es el de York. Excepto algunas casas particulares y el pasillo por el que pasa el AVE todos los terrenos y montes pertenecen a ese propietario feudal. Los guardas de La Garganta impiden cualquier visita y acceso, excepto por el camino público (camino real) que desde allí se dirige a Conquista. Por ejemplo hay un viaducto de la antigua línea de ferrocarril sobre el Arroyo Nacedero, que no puede visitarse, porque la antigua línea de ferrocarril que atraviesa la finca también es suya. Su celo por excluir visitantes llega al extremo de pagar los derechos de caza de las fincas colindantes para que en ningún caso se acerquen otros cazadores.
La razón de tanto celo parece ser el hecho de que la Finca de la Garganta está siendo utilizada por la “nobleza” inglesa y por nuestra actual “aristocrática”, disponiendo de un helipuerto para facilitar el acceso. Dicen que el Rey va a esta finca con frecuencia, como un par de veces al año. También se comenta de la visita de los hijos del Principe Carlos de Inglaterra. El sitio, palacio incluido, es absolutamente discreto, permite un control exhaustivo de accesos y es riquísimo en caza mayor, fundamentalmente ciervos, que se ven por doquier. Sin duda es la mayor y mejor finca de Europa para estos fines.

Es penoso que el resultado de la explotación minera iniciado por una Compañía francesa en la que se dejaron la vida y salud miles de trabajadores españoles sea, aparte de esquilmar su riqueza minera, la enajenación de todos aquellos montes que han pasado a ser lugar de disfrute exclusivo de unos pocos privilegiados.

El Horcajo está en un lugar absolutamente estratégico. Por el Horcajo pasaba el Camino Real de la Plata o de Toledo a Cordoba, que era arteria fundamental de comunicaciones con Andalucía desde el Siglo XIII, hasta la apertura de la comunicación por Despeñaperros en el Siglo XVIII. El Camino Real fue eje de ocupación del amplio Valle de Alcudia a efectos de control, repoblación y uso ganadero de los nuevos territorios. Hasta sus inmediaciones en el Valle de Alcudia llegaban las grandes Cañadas Reales como la Soriana y la Segoviana, y su continuación se dirigía hacia Córdoba precisamente a través de El Horcajo. Hasta los años 60 del siglo pasado el ferrocarril minero de vía estrecha pasaba por El Horcajo, con un importante apeadero para sus minas y fundiciones. Actualmente es paso estratégico para el AVE, para líneas de tendido eléctrico de alta tensión, para oleoductos y gasoductos.
Pero el Horcajo es hoy un sitio casi excluido para los visitantes. El camino publico tradicional que llegaba al Horcajo desde Barzatortas pasando por Ventillas  ha sido abandonado y es utilizable solo por vehículos todoterreno, el acceso tradicional por camino vecinal desde Conquista está en pésimas condiciones para el tráfico salvo, igualmente, vehículos todoterreno. Los propietarios de la Finca de la Garganta se han opuesto a iniciativas municipales de construcción de caminos asfaltados por sus terrenos. E incluso se opusieron infructuosamente al paso del AVE por sus terreno, estando dispuestos a pagar el coste de la infraestructura en su terreno si se desviaba por otras fincas.

Sin embargo, como un milagro, hace poco tiempo se promovió con éxito la iniciativa de utilización del túnel de ferrocarril de vía estrecha, que estaba fuera de servicio desde hacía décadas y que desemboca en El Horcajo, para acceso de vehículos en un solo carril controlando el tráfico mediante semáforos. Utilizar esta entrada es complicado salvo conocimiento previo. En la carretera nacional N-420, a la altura del km. 117, un poco antes del cruce con el Río Montoro, un pequeño cartel señala una pista de tierra que conduce a Minas del Horcajo. Después de cinco km. la pista pasa por debajo de un paso de ferrocarril y después un giro a la izquierda te conduce hacia una inverosímil entrada al túnel donde es difícil hasta encontrar un botón verde, perdido a cincuenta metros de la entrada en un pequeño mojón del camino, que acciona un semáforo en la puerta del túnel. El paso del túnel es como un viaje en el tiempo hacia un pueblo fantasmal en un valle espléndido de gran belleza paisajística. Bueno, muchos visitantes y senderistas llegan hasta allí atravesando el túnel, vistan El Horcajo y después se vuelven por donde han venido. Si pretenden continuar ya hemos contado las dificultades con que se encuentran.

Es el momento de comentar que la Casa de la Mina es la mejor Casa Rural que hemos visitado. No solo por el sitio tan singular donde se encuentra sino por la casa en sí bonita y cuidada, y por la gran amabilidad y acogida de sus dueños. Tenemos que destacar la calidad gastronómica de las comidas por ellos preparadas por encargo, en concreto de una meritoria caldereta de choto.

El agua de lluvia nos azotó en esos días. Pero pudimos hacer algunos recorridos y otros quedaron para mejor ocasión. Destacamos uno por la senda verde que desde el Horcajo va hasta el puerto de Niefla, en el que impresiona las trincheras del ferrocarril cortadas a cuchillo en la roca de la ladera de la Sierra de la Umbría de Alcudia. No hicimos la ruta desde El Horcajo a la Venta de la Inés pero enviamos allí a nuestro emisario que descubrió allí una familia de bastante edad absolutamente acogedores. Recorrimos la ruta de las pinturas rupestres en el entorno de Fuencaliente, llena de emoción y sorpresa. No fuimos al Abulagoso, como estaba previsto. Pero vimos su cumbre y perfil desde la ruta anterior. Nos bañamos en la piscina del Balneario de Fuencaliente, de aguas cálidas, rojizas de hierro y magnesio, y suavísimas para la piel, absolutamente recomendable. Y recorrimos el magnífico Valle de Alcudia, con los caminos y arroyos llenos de agua de una lluvia generosa. Y pasamos a ver la Encina Milenaria por el Camino de la Ermita de Pedro Morillo. Y la Bienvenida, donde al parece la antigua Posada prácticamente destruida fue rehabilitada con dineros públicos y convertida en una Posada de gran apariencia. Sin embargo la casa da buena utilidad a sus propietarios y está cerrada a cal y canto para cualquier visitante. En la Bienvenida sus restos romanos, tan esquilmados, han permitido un espacio de excavaciones arqueológicas donde no se excava o se excava poco desde hace mucho años. Impresiona una hondonada en el terreno que oculta un anfiteatro romano aún por descubrir. Y los “castillejos” volcanes limítrofes que han proporcionado buena piedra volcánica a romanos y otros vecinos históricos.



Yendo en cabeza hacia los castillejos levantamos un par de liebres y desde esa altura vimos como hacían una galopada impresionante en direcciones opuestas sin poder ocultarse en algún arbusto o montículo por allí inexistentes en kilómetros. Hace siglos que vienen huyendo despavoridos de cazadores y perros en crisis eterna. Casi como los humanos.

Como el mal tiempo no nos dio tregua tampoco visitamos la Venta de la Inés, que dejamos para otra ocasión. La excursión completa a la Venta incluye el acceso a través de un sendero junto a un arroyo a la Cueva de la Venta de la Inés, donde hay pinturas rupestres, que no hubieramos podido hacer. Aquí el contencioso planteado por Ecologistas en Acción - Valle de Alcudia a lois propietarios de las fincas colidantes por impedir el paso por camino público parece que se ha resuelto por parte de la Audiencia Provincial obligando a los propietarios a permitir el paso un fin de semana(el 2º) al mes. Ver http://valledealcudia.webcindario.com/venta_de_la_ines_o_del_alcalde.htm