domingo, 10 de febrero de 2008

A recuperar un vía crucis montañero




Os propongo un ruta bien bonita. Se inicia como si fueras de paseo y luego se transforma en ruta montañera llena de sorpresa y de magia.

Hay que ir un poco temprano al embalse de la Jarosa y aparcar en el área recreativa “La Jarosa II” . Digo temprano para evitar concurrir con las avalanchas domingueras que sestean por las orillas de este embalse tan próximo a Guadarrama. Desde allí iniciáis el camino subiendo por la pista forestal que se dirige inicialmente hacia Cuelgamuros, en paralelo al Arroyo Picazuelo. Antes de que esta pista gire hacia el oeste se toma otra pista secundaria a la izquierda que lleva directamente a la valla de piedra que rodea todo el entorno de Cuelgamuros, y que es límite de término municipal. Al otro lado de la valla veréis letreros que dicen “Zona de Alto valor ecológico. Prohibido el paso” y en otros sitios dice “Se ruega no pasar”. Se hace caso omiso del ruego y pasar saltando la valla por lugar conveniente.

Una vez dentro se prosigue el camino que se irá eligiendo orientándose, de aquí en adelante, por las cumbres de dos cerros que ya se divisan desde allí. El primero es el Cerro del Pulmón (1278) y el segundo es el Risco de Brulera, este segundo coronado por una construcción especial. Cuando se llega al primero se encuentra en la cumbre una especie de mausoleo, o templete de inspiración clásica con hornacinas vacías, huérfano de cariátides. Es una capilla. Unas grandes columnas de granito te traen a la cabeza la brutalidad de haber movido allí las grandes piedras necesarias o de su traslado. Pues bien, esa construcción y las siguientes, hasta cinco, en diferentes emplazamientos son los hitos de un enorme vía crucis que recorre en circulo parte del valle de Cuelgamuros, desde el Poblado del Valle de los Caídos, donde viven los frailes, hasta la carretera de entrada, a la altura del Arroyo del Boquerón.

La propuesta de marcha consiste en seguir desde el primero al último el camino de vía crucis. Antes de llegar al quinto, y con el fin de hacer la ruta circular podéis tomar un sendero a la izquierda que desemboca en otra pista procedente de la carretera, que os llevará de nuevo a la valla de piedra, saltándola por allí mismo para encontrar al otro lado otra pista que también discurre paralelo a la valla. Siguiendo esta pista se llega al punto inicial de entrada para iniciar el retorno. O si queréis hacer un poco mas divertido el regreso, un poco mas largo, id en dirección al embalse, bajando primero a una vaguada que llevaría hacia el arroyo de salida de la Jarosa y luego subid al Cerro Santo, buscando la salida por sendero que faldea hasta la cola del pantano.

Continuando con lo que os decía del brutal vía crucis, la segunda “capilla” es la que está en el punto mas alto, se denomina “Ermita del Altar Mayor”. Desde él las vistas tanto de la Sierra hacia el norte como las del valle de Cuelgamuros hacia el sur son una maravilla. Este punto de vistas tan privilegiadas parece que fue el que inicialmente eligió Franco para construir en él la Basílica del Valle de los Caídos, pero luego los expertos le recomendaron un lugar más bajo y protegido de tormentas y vientos. Como os decía se construyó en cambio un gran vía crucis, de unos cinco kilómetros de longitud, especie de muralla china pero sin muralla. Es como una calzada romana, de tres, cuatro o cinco metros de ancho en todo su recorrido, perfectamente enlosada con grandes bloques de piedra de granito, bloques de piedras laterales para barandilla o arcenes y larguísimos tramos de escaleras y perfectos escalones como si fueran las que construían los incas para bajar de los Andes (se cuentan hasta 2300 escalones).

La zona de gran abundancia botánica está enriquecida con especies de árboles de diferentes procedencias que después de tanto tiempo que fueron plantados han cogido una gran envergadura. Dicen que se trajeron chopos, de León y Granada; olmos, de Extremadura; pinos, de Castilla y León; hayas, de Navarra, pinabetes de Cataluña y Aragón; pinsapos, de Andalucía; abedules, de Galicia. Pero lo que más se observa en estas fechas invernales aparte de los pinos son las arizónicas (de tipo de las sabinas de la Pedriza).

Los riscos de granito, la piedra tallada de la inmensa calzada y el esplendor de la naturaleza casi te impide que el pensamiento vuele a las innobles razones de su existencia, y a los grandísimos trabajos que los penados de Cuelgamuros hicieron, también para construir ese brutal vía crucis.

Si eres alérgico a los via crucis franquistas o si eres alérgico a los pólenes de las arizónicas desiste de esta marcha. Pero si no, esta ruta hay que hacerla. Y además por donde decimos, aunque haya que saltar vallas y prohibiciones, porque si la inicias desde abajo, desde la carretera hay que pagar cinco euros que te cobran en la entrada al Valle. No se entiende por qué está restringida la entrada a esta zona de naturaleza tan bella. Mas parece que sigue siendo un sitio cerrado y dedicado al culto católico aun en activo (en septiembre de 2006 se hizo un concurrido via crucis convocado por la Hermandad de la Santa Cruz) que de proteger los altos valores ecológicos de la zona.
Podeis ver una interesante crónica, no montañera, sobre el lugar en la página : Cruces caídas en el olvido