lunes, 1 de junio de 2009

Vuelo al Museo con google earth






Había contemplado el cuadro de las Tres Gracias de Rubens. Había recorrido visualmente los contornos y cuerpos de las tres mujeres buscando el mejor detalle. Estaba claro que el mejor  se contenía en ese hermoso desnudo de la mujer de espaldas en cuya desnudez destacaba su magnífico culo, imagen que podía atrapar y guardar para sí como un ladrón de guante blanco.

 Con un clic de ratón y google earth sobrevoló por el espacio virtual, llegó frente a las columnas de la Puerta de Velázquez del Museo del Prado, se coló al interior y en un vuelo vertiginoso estuvo sobre el cuadro elegido, las Tres Gracias. Simplemente un toque y se fue acercando mas y mas hasta los profundísimos píxeles del cuadro para ver mas que el mismísimo Rubens, para observar los detalles mas sutiles de los cuerpos carnosos de las tres gracias mas allá de las pinceladas que los compusieron. Era un buen invento, esa lupa de mas y mas aumentos para acercarse al arte, y para acercarse a la belleza de los cuerpos, cual buen voyeur.

 Era una imagen fascinante. El cuerpo vestía su desnudez en esa zona con un leve tul blanco azulado que cubría de transparencias medio glúteo y una pierna quedando preso entre los muslos. La calidad pictórica era indescriptible, la emoción incontenible. El cruce de las sinuosas líneas componían una imagen parecida a un grácil flamenco que extendía su cuello y sus alas para emprender el vuelo.

 Durante semanas saludaba al culo de la gracia cada vez que abría su ordenador y llenó cada agujerillo cerebral con sendos píxeles del culo de aquella gracia. Pero de natural voluble fue perdiendo querencia por el mismo como si de uno real se tratara, y un día pensó cambiarlo por otro o mas bien, por no caer en costumbre que pudiera ser tachada de maniática, por otra imagen Puso de nuevo en marcha la máquina de google earth.

 Esta vez ya era diestro en volar los espacios virtuales. Esta vez atraparía un trozo de Las Meninas. Fue rápido en llegar. El cuadro estaba listo para su contemplación en exclusiva. Entró dentro, buceó en sus profundidades, recorrió sus detalles, fue buscando el motivo que apropiarse. Se deleitó con las soluciones pictóricas, la creación de atmósferas, la facilidad de las pinceladas. Cada detalle del cuadro podía contemplarse ampliándolo lo necesario para contemplar detalles desconocidos. Se rompían las barreras de la contemplación visual directa y distanciada.

Muchas imágenes le sorprendían. Las profundidades psicológicas de los personajes quedaban mas al descubierto. El rostro de la enana Mari Bárbola se mostraba especialmente tumefacto e inhumano, inexpresivo salvo en su mirada. Nicolás Pertusato el otro enano que jugaba con el perro escondía su rostro infantiloide en la indefinición de la penumbra. En un primer plano luminoso, el rostro de la infanta Margarita, niña angelical y rubicunda miraba hacia el espectador con una mirada de ojos negros que le atravesaban. Percibía su rostro como una impresión realísima pintado con toques de precisión y otros vagos, degradados, vaporosos. Velázquez expresaba con su leve sonrisa un poco enigmática la autosatisfacción de su situación y del reconocimiento de su genio.

 Se dejó introducir en las atmósferas del cuadro. Sintió la continuidad de los espacios. La luminosidad del primer término producida por ventanas abiertas, el leve reflejo de la quinta ventana entreabierta después de las tres herméticamente cerradas, el foco violento de la puerta del fondo y el reflejo pálido del espejo.

 Sintió la prolongación de los espacios, la real producida por la puerta fuertemente iluminada, la ilusoria creada por las sombras del espejo que reflejaban a los reyes y ampliaban el espacio hacia la zona de los espectadores del cuadro donde únicamente podían estar aquellos. Los cuadros de la pared del fondo que ampliaban el espacio posterior a fondos más profundos.

 Ya más en el fondo de esa atmósfera percibió como una irrupción el desgarro vertical de la telas que en su día estuvieron dobladas o cosidas y que ahora se perciben hasta los puntos de sus costuras. Y en la techumbre la luz lóbrega de las lámparas o teas sobre los techos oscuros del palacio.

 La fuerza viva de los personajes y la atmósfera del cuadro fueron calando su ánimo hasta el sobrecogimiento. Entrar tan adentro del cuadro le impresionaba hasta el punto de sentir miedo. Algo le había atrapado su alma.

Había que hacer rápidamente la operación. Eligió el rostro de la infanta que amplió hasta llenar completamente la imagen con altísima resolución. Copió y extrajo la imagen antes de hacer el vuelo inverso por el espacio virtual. No lejos del Museo del Prado, en un altillo del Madrid de los Austrias, extrajo y pegó la imagen robada en el escritorio de su ordenador, y con la imagen de aquella niña pensó que luego de verla muchas veces aun a riesgo de pedofilia retomaría su pasión por la pintura..

 Cada vez que miraba esa imagen en su ordenador como en un vuelco volvía a sentirse sumergido en el cuadro del museo. No estando muy lejos y sintiendo que la atracción era más fuerte que su voluntad volvía al Prado. Ahora era un viaje real. Se ponía ante el cuadro y trataba de percibir lo sentido aquella vez. Lo encontrara o no, siempre persistía la sugestión de estar atrapado, de pertenecer de alguna manera a aquella atmósfera.

 Pensó que cuando un gran maestro de la pintura es capaz de pintar magistralmente un espacio y un tiempo, en el pueden albergarse las ánimas de sus personajes, porque supera el cuadro con mucho las magnificencias de palacios y casas donde si está demostrada su presencia. Como no elegir ese cuadro como estancia eterna de los injustamente atormentados Mari Bárbola y Nicolasillo, de los merecidamente atormentados Felipe IV y Mariana de Austria, y aunque no atormentadas de las Meninas, condenadas eternamente a cuidar de una Infanta. Pensó que corría el riesgo de que alguna vez su alma quedara allí atrapada para siempre.

 Aunque quiso poner cura a aquello reponiendo en el escritorio de su ordenador el culo de la gracia, que antes había puesto a buen recaudo informático, ya nada podía impedir un nuevo vuelo virtual para penetrar más a fondo en el fondo misterioso de la atmósfera de las Meninas.