lunes, 30 de julio de 2007

Camino de la Ventana



En plena canícula, el día mas amenazante de la ola de calor de fin de julio, hemos hecho la subida al Collado de la Ventana, Cuca y yo. Bajo la influencia de Contador que ese día le tocaba la contrareloj que le ha dado el Tour, nosotros hacíamos de escaladores subiendo a un coll. No salimos pronto. Eran las 10 cuando empezamos en Canto Cochino, mala hora para los días calurosos. Pero un 60 % del recorrido se hace por zona de umbría y a la sombra de los pinos. Otra cosa es cuando estos desaparecen y falta aún por remontar unos 300 metros de desnivel a pleno sol. Ahí empieza la gesta pequeñita de cada uno, que esta vez se culminó sin que nos deshidrataramos o descarnáramos o cosa parecida. Poca gente vimos en la ruta. Media docena entre la subida y bajada. Será por el sol o será por Contador.
Para recordar:

  • En días tan cabrones de calor, en el collado de la Ventana hace fresquito y corre el aire, y hay algún pino y yerbas donde reposar a la sombra.
  • Desde el Collado se ven unas masas de piedras a izquierda y derecha de belleza indescriptible. El Circo de La Pedriza en su explendor. Es la foto de arriba
  • Atención a las jaras. No las vereis nunca mas pringosas.
  • En el recorrido no hay agua mas allá de la Cascada de Arroyo Poyos. El arroyo de la Ventana baja seco. Pero la cascada derrama aun abundante agua fresquísima, casi helada dirían mis pies. Allí comimos en el camino de bajada
  • Mas abajo de Giner el arroyo ofrece pozas irresistibles. Ahora el agua está para meter el culo y dejar que pase el día. Pecamos de este placer en dos ocasiones.
  • Ya cerca de Cantocochino en cada poza abrevaba mas de un paisano o familia, aumentado la concurrencia hasta ser multitud en el propio río Manzanares.
  • A la salida del Parque de la Pedriza, hacia las cuatro de la tarde un larga de fila de coches y personas esperaban acalorados durante horas para entrar en el Paraiso.

Como no llevábamos cámara hemos tomado la foto prestada de la página web rutas serranas

martes, 24 de julio de 2007

Augusta Mérida





Repetimos como otros veranos y con la escusa del Festival de Teatro Clásico la visita a Mérida, donde Angel se convierte en el gran amigo anfitrión. Esta vez eludimos ir al teatro que ocupa una pretendida diva que pa mi gusto no merece el insigne marco de Teatro Romano de Mérida. Vamos en cambio a ver ópera en un nuevo escenario que es el de la Alcazaba Arabe, donde el grupo de Música Barroca "La Capilla Real de Madrid" ponen en escena "El Banquete de Orfeo" en homenaje a Monteverdi. Basado en el Orfeo de Monteverdi dicen que es la primera ópera, comienzo de un género que debeis profesar a vuestra edad.


Mérida ofrece a sus visitantes inagotables placenteras sorpresas. Esta vez ha sido en sus alrededores. La primera fue una visita al Parque Natural de Cornalvo, donde hicimos una marcha rodeando el pantano cuya presa dicen que es romana y que abastece de agua a Mérida, junto con la de Proserpina. Allí se ven magnificos ejemplares de alcornoques, seguramente testigos de la cosa romana. Juro que a pesar de la animada charla del Angelito las perdices se posaban en el camino a pocos metros, será por amores.


Otra visita, ya sugerida por Chema, fue el Balneario de Alange.
Sorprendidos quedamos por este balneario que procede de termas romanas, y que es uno de los mas bellos que he visto. Ademas hay que remarcar que este sí, sus aguas sirven para casi todos los males pero fundamentalmente para curarnos a los que estamos de los nervios, por lo cual es muy recomendable para todos vosotros. En su composición hay mucho litio y toques mágicos de radioactividad.


Carmen y otros amigos de Mérida nos han acogido con tal afecto que hemos de ir pensando en invirtarles a Madrid a algún acontecimiento que se precie.


Y no agotamos el fin de semana en Mérida porque el domingo tarde nos esperaba en Madrid Madama Butterfly, donde el papel de Cio-Cio-San es interpretado por una reina del canto, una soprano que se llama Micalea Carosi. La omnipresencia de Plácido Domingo, esta vez a la batuta, no es mayor inconveniente.

martes, 17 de julio de 2007

Luis Gordillo. Exposición Antológica 1959-2007



Recomendamos visitar la exposición de Gordillo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Exposición nada facil de contemplar. Conviene ir un poco preparado. Dos ideas: una, leerse la reseña de la exposición en la web del Reina Sofia que aquí incluyo: ICEBERG TROPICAL , donde se describe la trayectoria del pintor, sus etapas creativas, como se ha planteado la exposición, etc.; otra, interrumpir la visita en el punto en que el desconcierto empiece a sentirse y avanzar directamente hacia el fin de la exposición donde hay un vídeo en el que el propio Gordillo describe aspectos singulares de su obra y procesos creativo, y luego retomarla.
Puede aprovecharse la visita para ver a continuación la de Le Corbusier, que aparece igualmente fantástica. Yo no pude sino iniciarla la dejé para otra ocasión. La de Gordillo me había dejado exhausto.

martes, 3 de julio de 2007

Patinir




Para recordar que del 3 de Julio al 7 de Octubre tenemos una exposición en El Prado que reúne más de 20 obras de Joachim Patinir, uno de los grandes creadores flamencos, que no debemos perder aunque haya colas, estemos de vacaciones, etc. La exposición incluye cuadros de Robert Campin, Van der Weyden, Gerard David, El Bosco o Durero

Se puede ver un reportaje sobre la exposición en El Pais de 3 de julio y esta bonita foto del cuadro de Patinir sobre San Jerónimo

El 25 de Julio hemos ido Juan Luis y yo. A las 10 de la mañana no había cola. Bueno hemos pillado la exposición a solas. Privilegio de prejubilaos

La exposición muestra cuales eran los antecentes en materia de descripción pictórica de paisajes antes de Patinir, la creación de Patinir y sus influencias en pintores posteriores.

Lo que aporta Patinir es una forma de componer el paisaje con ciertas características permanentes: línea del horizonte lejano en la parte superior del cuadro, lo que permite la descripción de grandes extensiones de terreno; las zonas próximas se ven desde un plano elevado, "a vista de pájaro", mientras que las alejadas se ven de frente; el primer plano esta descrito pictóricamente en tonos pardos de forma minuciosa; un segundo plano en tonos verdes describe la naturaleza circundante, en la que no faltan grandes masas rocosas, e historia y detalles de carácter alegórico; al fondo en tonos azules montañas y cielos pretenden describir un mundo que tiende a trascender la realidad.

Juan Luis comenta que mas allá de la aportación intelectual de la exposición, una vez vista, carece del factor emocional que debe trasmitir la obra de arte. Contribuye a lo anterior el hecho de que, en general, las obras se atribuyen a un taller o circulo ligado a Patinir, hechas a la medida de la moda imperante. San Jerónimo está en todas. San Antonio y sus tentaciones estaban de moda, así como la huida a Egipto. Y el paisaje es el de su pueblo que lo repite por doquier. Fallo garrafal es pintar a los leones con cara de mono.

A mi me ha gustado. Me gustan sus colores vivos, su calidad y preciosismo. Me gusta la fantasía de describir un gran universo y dentro de él mil detalles minuciosos. Me gustan sus temas religiosos y su San Antonio perseguido por las tentaciones al estilo del Bosco. Me gusta el tema profano de Caronte y el infierno que se describe, así como las chicas que tientan a San Antonio, pintadas por un colega que se llamaba Massys, porque aunque demoníacas tienen rostro dulce y embaucador.

Hay que ir, para poder opinar. Los paraos entran gratis.

lunes, 2 de julio de 2007

NOCHE LARGA EN LA CUERDA LARGA




Crónica para los que la pasamos: Mariti, Reyes, Cuca, Juana, Carlos, Joaquín y un servidor. Crónica también para los amigos Grazalemos que no pudieron venir, y que desde la blandura de sus lechos espiritualmente nos animaban (salvo excepciones, apenas si se acordaron de nosotros).

La Cuerda Larga da para emociones más intensas, mas fuertes. Resulta que cuando el cuerpo se dispone para el descanso tu das la contraorden y le das caña a tope. Son las 10 de la noche. El sol ya se ha puesto. Un bello atardecer va llenando de sombras rojizas las montañas. Siete Picos mantiene la luminosidad del sol poniente. Nosotros partimos desde Navacerrada y eso significa que nada más empezar te pones a subir la Bola del Mundo y luego Valdemartín y luego las Cabezas de Hierro y te metes para el cuerpo 794 metros de desnivel acumulado hasta que subes a las Cabeza de Hierro. La merienda que no deberíamos haber tomado se ha quedado indigesta y el cuerpo amenaza con un semicorte de digestión. Pero que importa el esfuerzo desmedido si ya antes de llegar a Guarramillas una Luna espléndida, más grande que nunca, se ha asomado por la loma de la Maliciosa y ha empezado a alumbrar nuestro caminar y a broncearnos de miel de luna.

La Cuerda Larga en noches de Luna llena aunque es un lugar retirado de la urbe no es precisamente un lugar solitario. Oí a algunos montañeros que la comparaban con la Gran Vía por el abundante tránsito de caminantes. Puede que ellos, jóvenes dueños de la montaña, pensaran que nuestra presencia elevaba la edad media de los participantes quitando quizá mérito a su gesta. Para nosotros su presencia en cambio nos daba confianza y nos quitaba el desanimo del abandono, y lo de la gesta , la nuestra, estaba por ver. De momento las vistas desde la montaña era un mar de luces por cualquier sitio, tantas luces en Madrid que del susto hacían adorable la montaña. Desde allí el consuelo de no estar en la fiesta de esa noche, la fiesta grande de Chueca, la Europride, ya era una felicidad.

No sería la Cuerda Larga experiencia montañera destacada si el camino discurriera por senda más o menos pedregosa. Pero como sabe todo el que la haya hecho, el camino que hay que seguir al llegar a las cumbres pasa por las lomas y por la mismas cumbres y en estos sitios la senda se convierte en travesía sobre canchales y rocas, donde hay que poner a prueba el equilibrio de cada uno y la fortaleza menguante de las piernas. Así, un pequeño despiste en el Collado de Guarramilla nos hizo perder la senda y entrar en zona pedregosa hasta que retomamos el camino que va al final de las pistas de Valdesquí , desde donde pudimos retomar la senda de subida a Valdemartín, y en Cabeza de Hierro Menor empezamos a disfrutar del baile sobre piedras a la luz de la Luna, que se repitió en Cabeza de Hierro Mayor, en Asómate Hoyos, etc.

Cierto es que llevábamos frontales que utilizábamos en los pasos difíciles. Luces de los frontales protagonistas de una noche que señalaba la presencia de grupos de montañeros en travesía. Luces como luciérnagas en los picos de la Cuerda Larga. Quien mirara de lejos y con cuidado a las cumbres de la Sierra hubiera podido descubrir en esa noche la presencia de múltiples ánimas luminosas recorriendo las montañas.

En sitio mal elegido por lo inhóspito tuvimos que cenar algo para reconfortar el cuerpo con vinos, dulces y calores. El viento, que ya había empezado desde principio de la marcha, arreciaba y la noche de junio y julio era fresca de más, nos dejaba fríos y nos obligaba a utilizar ropa invernal. El viento frío fue durante algún tiempo nuestro aliado porque o caminábamos sin descanso o nos quedábamos fríos. Pero luego trajo nubes y éstas ocultaron a la Luna, y ya no apagábamos los frontales. Y así nos fue llevando al límite de nuestras fuerzas nocturnas. Entonces de lo que se trataba era de buscar un refugio al abrigo del aire. Pero ya sabéis que en la Cuerda Larga estás continuamente expuesto al viento, que refugios hay pocos, algunos en los Collados. Sabíamos de un buen refugio en el Collado de las Zorras, pero cuando llegamos estaba ocupado por un grupo de jóvenes animosos, que allí pasaban divertidos la noche. En la caída de Asómate Hoyos buscamos refugio y descanso detrás de unas rocas salientes. Allí se cortaba el aire pero había mucha piedra y desconcierto. Así que hubo división de opiniones y proseguimos la marcha. En el Collado de los Lobos ya no podíamos mas. Encontré un sitio blando, casi sin piedras en el suelo y levemente protegido por una hilera de piedras. Decidí que allí abríamos los sacos y dormíamos. Nos metimos con toda la ropa, anorak y gorro incluidos. Fue delicioso. Estuvimos aproximadamente una hora. El mejor descanso y sueño de mi vida. La nariz helada, el calorcito justo en el cuerpo, porque el resto se lo llevaba un viento fuerte y frío que casi aullaba entre los sacos. Joaquín decidió, no sé por qué, que había que seguir. Y eso hicimos y caminamos otra hora más hasta que empezó a amanecer.

Habíamos imaginado que veríamos amanecer desde las montañas en una mañana plácida de verano. Y fue así, solo que marchando y con el viento frío de la sierra. Pero fue maravilloso el momento en que el sol consiguió abrirse entre las nubes alumbrando desde el este la montaña de Bailanderos. No dejaron de sorprenderse, como nosotros, unas cabras montesas que despreciando nuestra presencia se subieron a unos riscos próximos y saludaron a sus antepasados del Olimpo.

Desde Bailanderos la marcha es casi un continuo descenso, con alguna cabronada que otra de subida. Y muchísima piedra. Yo no recomendaría hacer de noche este tramo. Porque no se descubrirían los hitos, y sin estos el avance puede ser una continua pérdida entre rocas. La cuesta abajo puso a prueba la fragilidad de nuestras rodillas pero ya, cuando empiezas a ver la Najarra y por tanto la proximidad de la Morcuera la marcha está vencida. Solo quedan 4,1 km para llegar. Por supuesto, no subimos a la Najarra y nos fuimos hasta la Morcuera por el Atajo.

O sea que nuestra gesta fue muy limitada: no hicimos 8 dosmiles, solo siete. Y tardamos comparando con otros que lo cuentan en Internet mucho tiempo. ¿Sabes por qué?: porque perdimos la senda muchas veces, porque hicimos canchales de más, porque paramos a cenar, porque paramos a descansar, porque paramos una hora a dormir, porque alguna bota se rompió, porque algún cuerpo se magulló, porque paramos a desayunar y a tomar sopa calentita, porque a pesar de todo caminamos duro. A las 8:30 de la mañana estábamos en la Morcuera. Solo 10 horas 30 minutos.

Luego desayunaríamos en Miraflores. Luego desayunaríamos otra vez en Navacerrada. Y luego viajaríamos a Madrid, venciendo un sueño brutal los conductores y durmiendo a pata suelta los acompañantes. Si cabe el mayor riesgo fue conducir en tal estado de embriaguez, en el más bonito sentido de la palabra.

Generalmente se describe una marcha de este tipo diciendo:

Longitud : 18 km.

Trayecto : Puerto de Navacerrada (1860 m); Bola del Mundo (Guarramilla) (2262 m); Collado de Guarramilla (2150 m); Valdemartín (2278 m); Collado de Valdemartín (2150 m); Cabeza de Hierro Menor (2365 m), Cabeza de Hierro Mayor (2383 m); Collado de las Zorras (2177 m); Asómate Hoyos (2242 m); Collado de los Lobos (2052 m); Bailanderos (2180 m); Collado Najarra(1970 m); Puerto Morcuera (1796 m).

Duración: 10:30 minutos con parada y manta

Desnivel máximo: 607 m.

Desnivel acumulado (sin Najarra): 969 m.

EPÍLOGO

No os dejéis engañar por las fatigas descritas en la crónica. Siempre hemos querido trasmitiros una visión amable, dulce, seguramente más real que la otra, de nuestras marchas por la montaña, con el fin de que no nos dejéis solos en las próximas.

Buscando un símil poético para una noche de Junio de luna llena haciendo la Cuerda Larga y de cómo debería narrarla, le viene a uno a la cabeza el tierno poema Mi Vaquerillo de Gabriel y Galán, cuyos primeros versos, os recuerdo, rezan así:


He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas...
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!

Y me queda comentaros que en la noche oscura, aunque de luna llena fuera, nos condujo en los malos pasos la luz de la linterna de nueva creación de Joaquín, verdadero invento, que alumbraba el camino hacia adelante y como farolillo rojo de referencia guiaba a los de detrás. Semejante creación merece ser publicitada en esta página, para que sea copiada por otros, e incluso patentada por los aprovechados de la inventiva de los demás.