domingo, 20 de julio de 2008

Ensoñación para el buen dormir de una chica. O Dormir en el Retiro

Un veintitantos de Julio nueve de la tarde noche, hace muchísima calor y camino a la mejor heladería de Madrid, que esta justo al lado de la boca de Metro de Príncipe de Vergara, te desvías para cruzar por el Retiro. A esas horas, que en invierno no son recomendables por la abundancia de chorizos, están los mismos chorizos y miles de vecinos mas, y miles de perros vecinos mas, todos refugiados de los calores, en este vergel, oasis madrileño, donde la temperatura no pasa de los treinta cuando afuera está cerca de los cuarenta. Entras en el Retiro y ya no quieres salir, e imaginas que con el permisos de la autoridad competente, en la realidad incompetente, podría ponerse el Retiro al servicio del pueblo, de los sufridos madrileños, dejándoles estar allí cuanto quisieran, noche incluida, para pasar las horas de calima, las noches cálidas, como en el Sur cuando para poder dormir las noches de verano sacas el colchón a la terraza.

No quiero perderme en las arrebatadas imágenes que el Retiro siempre proporciona, aunque esta vez si voy a recordar como tres chicas de afición circense han enganchado una larga cuerda a una rama altísima de un plátano y como una de las jóvenes enganchada por un tobillo a media altura del árbol gira y gira como una bailarina invertida, al ritmo frenético que la joven de abajo la agita, chica ventilador del Retiro, belleza veraniega volante.

Vuelve a mi imaginación las verdes y fresquísimas pradera ya ocupadas por múltiples jóvenes que no por pereza buscan la horizontal y lo que es tan obvio, que es quedarse allí a pasar la noche compartiendo la multitudinaria cama, no parece administrativamente posible Salvo si lo proponemos y lo hacemos y somos muchos los ocupas nocturnos del Retiro. ¡Ocupemos las noches de Retiro!. Imagínense, los que quieran, los que desconsideren el horror placentero del aire acondicionado y el putrefacto vicio de la telebasura nocturna, que la tarde noche transcurre en este parque sin mas iluminación que una discreta vela, donde todo propicia al coloquio amable con tus amigos, tan alejados durante la vida ciudadana diurna, y que la noche misma trascurre plácida y fresca. Y a la hora de dormir mil sitios para encontrar acomodo y para el dulce sueño, en sitios bajo el rumor de las ramas, en otros contemplando las estrellas. No llegaría ni animaría este mensaje a tantos como pudieran llenar el Retiro y aunque así fuera sería interesante considerar la experiencia. Solo el respeto mutuo y el cuidado escrupuloso al medio natural son las condiciones para hacer viable este proyecto, que yo pondré en marcha a partir de la próxima noche. Con colchón inflable.

De vuelta al sufrido y tórrido urbano hogar la elefantiásica bandera de Colón yace en lo alto exhausta, inmóvil, colgada como un colgajo de color, sin mover una fibra. Plaza dura de granito, desprovista de importantes árboles. Si los hubiera, aunque no corriera una gota de aire ellos moverían voluntariamente las hojas para caricia y alivio de los humanos.