domingo, 19 de abril de 2009

El Cancho de los Muertos de la Pedriza. Ruta directa





Después de descubrir lo de la Cruz del Mirlo en el Collado de Valdehalcones, apuntando al Cancho de los Muertos, había que hacer una visita a este lugar para dejarnos penetrar por la leyenda de ese lugar de bandidos que pelean y mueren en una reyerta cayendo desde lo alto de los riscos, todo ello por la posesión de una mozuela madrileña raptada y allí escondida.

 

Los riscos del Cancho de los Muertos son muy visibles. Así desde Cantocochino aparecen como un impresionante escenario en la dirección del Collado del Cabrón, que está justo detrás. Del conjunto el risco de la derecha mas poliédrico, con estrías horizontales, es el Cancho de los Muertos. El de la izquierda es el llamado El Dante.

 

En la zona de Cantocochino y tras el puente de la Escuela Taller hay un cartel indicador de la ruta circular por el Collado del Cabrón. En el se indica que se puede llegar al Cancho de los Muertos desde el Collado. Nos planteamos ir directamente cogiendo la Vereda del Cancho de los Muertos que sale a la derecha de la Vereda de los Mesones (PR-M1), al poco de empezar esta, tras un pequeño arroyo. Sale en dirección norte por la margen izquierda de dicho arroyo. También hay senda por la derecha del arroyo y además hay antiguas señales blanco – amarilla porque el PR se marcaba antiguamente por ahí. De hecho es el camino recto hacia el Collado del Cabrón. Actualmente se ve que la totalidad de la senda está poco transitada aunque hay señales suficientes y además siempre están los Riscos del Cancho como referencia. El camino es boscoso, con jara muy cerrada y con ejemplares de pinos de mucha envergadura.

 

La senda aunque de pendiente continuada no es difícil. Hay una par de zonas donde hay que superar algunos desniveles con pequeñas escaladas. A medida que se progresa las vista del Cancho son mas atractivas. Además como se va por cuerda se pueden ir viendo hacia el oeste toda la Sierra del Hilo, desde el Collado de Valdehalcones hasta la Maliciosa al fondo, y hacia el este todo el circo de la Pedriza.

 

Sin duda es mas bonito e impresionante acceder desde el sur al Cancho de los Muertos. Al final de la senda y ya en las inmediaciones hay una pequeña placita entre rocas que parece un salon aunque sea de bandidos. Luego el camino va bordeando por la derecha el macizo. Hay una senda inferior, que no descubrimos que debe pasar por zona próxima al risco “Tora Bora”. Seguimos el que se acerca a la misma base del Cancho. Merece la pena descubrir el contorno de base del risco y rodearlo, sobre todo la zona que en su parte alta tiene un saliente como un gran balcón que supongo que hará peliaguda la escalada. Y merece la pena desde luego ascender por algunos senderos que suben hasta la base de la zona norte. En un punto tras subir por unas escurridizas rocas descubres otro “salón” rodeado de torres, tambien punto de inicio de escaladas. Y ver el paisaje a través de la gran grieta entre dos grandes riscos, mas que grieta hendidura enorme, como la boca de un gran cañón. Es todo el conjunto como una grandísima fortaleza pétrea.

 

Como el Cancho nos conmovió de emociones, se nos abrió el apetito y los deseos de descorchar el tinto. Así que fuimos al mejor restaurante de la zona, mejor porque tiene las mejores vistas de la Pedriza, y por las buenas mesas y asientos. Está más allá del Collado del Cabrón en la senda de Prao Pollo y en el Miradero de los Piganillos.

 

La vuelta la hicimos por el mismo camino de la ida, porque nos había gustado y porque es la forma rápida de volver, poco mas de una hora.

domingo, 12 de abril de 2009

Semana Santa



Jueves Santo

Con entusiasmo festivo nos vamos de museos. Elegimos Caixa Forum. Hay que ver la exposición de Vlaminck, uno de los pintores mas representativos del fauvismo. Lo definimos con sus propias palabras: “je ahussais tous les tons, je transposais dans une orchestration de couleurs pures tous les sentiments qui m’étaient perceptibles. Y’étais un barbare tendre et plein de violence”

Nos vamos de cervezas. En la taberna de ambiente torero de la Calle Moratín, justo enfrente de Amor de Dios vemos por televisión las procesiones de Madrid, que están ocurriendo un poco mas allá. Muy fuerte la salida de la Iglesia de San Pedro del paso de un cristo, que como ha de salir por una puerta no tan alta como fuera menester, los muchísimos cofrades han de sacarlo de rodillas a pequeños pasos y tirones que seguro quiebran muchas lumbares. Fuera las calles de Madrid, nunca tan llenas de turistas, relumbran con el atardecer primaveral.

 

Viernes Santo

El día de viernes santo se embellece con lluvias y fríos invernales que son para contemplar desde casa. Se combate el aburrimiento mortal de este día con un buen potaje. Te salvas de la docugangrena televisiva con la internet. Resulta que en la página web de RTVE, pestaña Archivo TVE, han puesto las series literarias de TVE. Se pueden ver los capítulos emitidos en su momento. Por ejemplo, una delicia volver a ver El Quijote de Gutierrez Aragón, interpretada por Fernando Rey y Alfredo Landa.

http://www.rtve.es/television/el-quijote/

 

Sábado Santo

Si tu chica se va a México, date un largo paseo con tu perro y cuéntaselo.

Escucho en una entrevista a Carlos Galilea, director del programa 'Cuando los elefantes sueñan con la música', de Radio 3 y descubres a este personaje a quien hemos oído tanta veces. Es un personaje importante. Reclutado a finales de los 80 por Argenta lleva desde entonces conduciendo un programa en el que ponen la mejor música brasileña, con gusto exquisito y cautivando todas las noches a sus oyentes. Todas las noches de lunes a viernes a las 22 horas.

http://www.rtve.es/radio/20080818/cuando-los-elefantes-suenan-con-musica/139196.shtml

Por la tarde desde la Plaza de Toros de la Malagueta se televisa una corrida de toros picassiana. La primera corrida picasiana de la historia. No creo. Los toreros visten unos trajes preciosos con bordados que son motivos picasianos. Solo Dominguín había vestido un traje de luces diseñado por Picasso. En la arena está dibujado un toro del pintor. Hay un torero, otro artista francés, que viste con ornamentos y colores que recuerdan el Arlequín. Es Castella. Su toreo está lleno de emoción. Está superior. La Plaza se conmociona. Son mis primeras lágrimas de la Semana Santa.


Domingo de Resurrección

Talavante torea en las Ventas. Unico espada para seis toros. Toros de Nuñez del Cuvillo asquerosos. Es una tarde fría y ventosa. Talavante se queda como pasmao. La afición le despide con lluvia de almohadillas.

lunes, 6 de abril de 2009

Pestiños moros. (Ragaif)



No pase Semana Santa sin que el potaje de garbanzos, las torrijas, el bacalao en escabeche, las natillas os ayuden en este tiempo de ayuno y abstinenca. Y sin que falte los ragaif.
Estos útimos son unos "pestiños" marroquíes especialmente recomendables, por ser absolutamente exquisitos. Además la gastronomía de esta época de cuaresma sabe mejor mezclando culturas para ir creando un sincretismo religioso gastronómico.
Regalo extraordinario de nuestra amiga Fátima los ha cocinado y nos ha proporcionado la receta, que os pongo a continuación, para que os animeis:

RAGAIF

 

INGREDIENTES:

(8) Tortitas.

 

¾ kg. de harina de fuerza

Una cucharadita de sal

Aceite de girasol

Tres cucharaditas de mantequilla derretida

¼ Kg. almendras cruda picadas

Miel licuada

Sésamo

 

 

ELABORACIÓN:

 

ü      Se mezcla la harina, la sal y un poco de agua. Se amasa bien como para hacer pan y conseguir la misma textura.

ü      Mezclar la mantequilla y una cucharada de aceite girasol que se utilizará para terminar de amasar. Dejar un poco en reposo, al menos ¼ de hora

ü      Moldeando con las manos impregnadas en aceite hacer bolitas como de 4-5 cm. de diámetro. Extender mucho cada bolita sobre la tabla, impregnada de aceite,  hasta convertirla en una fina lámina. Echar una cucharadita de almendra picada en el centro. Doblar y plegar como un pañuelo

ü      Freir en aceite de girasol o mezcla con oliva, abundante y no muy caliente, hasta dorar. Escurrir e ir colocando sobre bandeja

ü      Añadir por encima 1 cucharadita de miel, y un poco de sésamo o almendra picada.

domingo, 5 de abril de 2009

Pedriza. El Collado de Valdehalcones y la cruz de El Mirlo



Por llegar a la entrada de la Pedriza un poco tarde este sábado víspera de la semana santa, no pudimos acceder con coche al interior y cambiamos de planes iniciando la marcha justo desde ese punto. El recorrido que realizamos es tan interesante como los que se inician en el interior. La Pedriza nunca decepciona.

El recorrido efectuado ha sido el de seguir el límite del Parque por su borde sur y suroeste. Ese borde existe, inicialmente en tapia de piedra y luego en alambrada y existe porque las zonas limítrofes son fincas particulares que se cuidan de impedir el paso a los paseantes, a veces con letreros amenazantes de “cuidado, perros sueltos”. Lo cierto es que en todo el recorrido no falta pared o valla ni pueden abandonarse los límites, excepto en algún punto en el que se han echado abajo las vallas seguramente para acceder a las cumbres colindantes. Y es que hay en particular una zona que es la del extremo sur de la Sierra de los Porrones o Sierra del Hilo, donde está la Peña del Mediodía (1.321), Torretas de los Porrones (1.373), etc., que están excluidas de la Pedriza, deben ser privadas. Un trozo de sierra muy agreste, donde pueden observarse rebaños de cabra montés.

El recorrido se inicia cogiendo la GR10 que por allí pasa camino de Mataelpino. Pronto se encuentran puertas de entrada al recinto de la Pedriza y se puede proseguir por senderos que avanzan en paralelo a la tapia de contorno dejando a la izquierda el arroyo de Suerte Navazo. Hay en esa zona un fuerte contraste entre los prados de fuera del Parque, dedicados a pasto para vacas y la zona del interior, con abundantes árboles, la mayoría pino, enebro y encina, y suelo tapizado de romero tan abundante, que en esta época de floración tiñe de azul los montes. Allí pillamos a la vuelta en poco espacio lo suficiente para tener aguas de romero una temporada.

El Arroyo Navazo baja todavía con aguas y se llena de flores primaverales en los remansos. La zona más bonita está más allá de la intersección con el otro arroyo de Campuzano que baja de Quebrantaherraduras. Es también zona de abundantes cebollinos y ya se empiezan a ver la flores de narcisos silvestres.

A poco se llega a la tapia de la finca que según plano debe ser la llamada “Tinada de Quiñones”, la de la amenaza de perros sueltos, con una casa-chalé privilegiada por tener acceso directo a la Pedriza y por contar con parque propio que debe ser la Peña del Mediodía. Pasando por la puerta y tapia de esta finca se gira netamente hacia el norte para seguir la valla por la falda de la sierra ya en ascenso entre abundantes jarales. Hubo en esa zona recintos cerrados de piedra, seguramente para corrales de vacas. El mas interesante por su ubicación y por su fuente es el que está junto a la fuente del Aculadero, posible abrevadero de vacas pero que por sus abundantes aguas está limpio y apetece un remojón, no sé si en la forma que su nombre sugiere.

El camino prosigue, en general cerca de la valla, en paralelo a lo que parece que antaño fue una “calle” que daría servicio a los corrales de la zona. En un punto, Fuente Lapilla, la valla gira a la izquierda, orientándose al oeste, iniciándose la subida a la cuerda. Aparentemente entre tanta jara no hay sendero pero hay que descubrirlo siempre pegado a la valla, lo que tiene muy mala leche porque siendo subida pronunciada si por las irregularidades del camino das un traspiés te caes con todo el equipo encima de los espinos y te acuerdas de la familia de los que ponen vallas de alambre de espino al campo. Al final se llega al Collado de Valdealcones, que es sin duda uno de los mejores sitios para divisar en panorámica toda la Pedriza y particularmente la Pedriza posterior.

Al principio del Collado hay hitos de una senda que baja a la revuelta de la forestal, en el km. 6. El collado propiamente está un poco mas adelante. Partido por la mitad por la maldita valla, si entras en la zona prohibida se puede observar la zona de Mataelpino. De hecho desde allí arranca una senda a la izquierda que desciende hacia el Barranco del Robledillo. Buena zona para comer y descansar.

Desde el Collado se puede proseguir por la cuerda hacia Peña Blanca. Pero seguimos una senda que desde allí sale girando un poco a la derecha. Senda que no está indicada en el plano de la Pedriza y que nos llevó a través del pinar espeso de la zona, por un camino sinuoso, muy bien señalizado con hitos de piedra, mas debajo de lo previsto, justo a la PR-M16 a la altura de la Fuente del Terrizo. Desde allí hicimos la vuelta bajando por la senda forestal y cortando en los zig-zag y retomando el camino de subida a la altura de la fuente del Aculadero. De este retorno recordaremos los bonitos Cedros del Líbano junto a la pista, cuyas piñas son lo mas bonito que en piña que existe, y cuyas escamas no van para abajo sino para arriba.

 Como veis nada se ha dicho de la Cruz del Mirlo. Cuando estábamos en el Collado de Valdealcones nada sabíamos de ella, pero luego viendo en el plano y echando cuentas resulta que estuvimos comiendo al lado sin descubrirla y allí nos tumbamos contemplando el cielo. Luego vi la referencia en el mapa y pillé información y quedé asombrado.

En el Collado de Valdealcones tras cruzar la alambrada y caminar hacia la derecha se divisa un chozo arruinado. A una decena de pasos está una Cruz tendida. De las dimensiones de un hombre, está formado por cinco piedras de forma triangular toscamente labradas, siendo la que corresponde a la cabeza un bolo esférico. El monumento se alinea en dirección Noroeste-Sureste Desde sus pies se contempla un secreto rincón de la Pedriza: la del Cancho de los Muertos donde ocurrió una historia que se vincula con la vida de un sencillo personaje, El Mirlo, humilde cabrero, que por ser fiel a sus raíces, no quiso cambiar la vida regalada que le ofrecían por las frías madrugadas de la Sierra del Hilo. Lo que parece que le costó la vida.

El Mirlo está relacionado con la truculenta leyenda del Cancho de los Muertos, allá por 1919. La leyenda cuenta el enfrentamiento entre dos bandoleros que se disputaban ser el primero en abusar de una dama, secuestrada por su cuadrilla, y que el jefe de aquellos desalmados había convertido en su concubina. La disputa terminó con la muerte de uno de ellos. A su vuelta, el jefe obligó al superviviente a arrojar a su víctima por una zona arriscada. En aquel momento, y al grito de ¡no hay otro castigo que la muerte para quien se quiere apropiar de lo que se le ha encomendado!, le empujó al precipicio tras su víctima. Por instinto o tal vez por venganza el infortunado bandido se agarró a la pierna de su capitán, despeñándose ambos. Espeluznados por tan tremenda tragedia, el resto de bandoleros se dispersó por la serranía quedando la joven abandonada, perdida y sola por aquellos andurriales. Durante un tiempo erró la infortunada joven entre los solitarios canchales, hasta que la encontró El Mirlo. Nuestro buen cabrero abandonó su rebaño para guiarla hasta Madrid. Los padres de la joven quisieron premiarle, ofreciéndole incluso su casa. Nada quiso el lugareño quien, como narra Bernardo Constancio de Quirós, «volvió a su chozo tornando a su antigua vestimenta, consistente en un pedazo de sayal atado a los riñones con una tomiza». Allí le esperaba la tragedia, pues al poco apareció muerto. Tal vez asesinado por alguno de aquellos truhanes. Donde cayó, un piadoso compañero erigió la cruz.

 Así que volveremos a encontrar la cruz de El Mirlo y mirar desde allí a El Cancho de los Muertos.