sábado, 17 de julio de 2010

Travesía del Santorín






En este verano de crisis alguno de los planes conjuntos está permitiendo rehabilitar fachadas y casas, que ya es difícil por este barrio de Chueca encontrar algún trayecto en el que puedas pasear sin caminar por debajo de andamios. En la zona de la calle Fuencarral se rehabilita todo. Todo menos la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, en la esquina de esta calle con Augusto Figueroa, Iglesia pequeñita del siglo XVIII, que milagrosamente se salvó del derribo, hasta ahora. Una pena ver sus paredes donde los ladrillos están cada vez mas deteriorados y donde los grafiteros no se cortan a la hora de pintar en sagrado, ni los cargados de cerveza en echar una meada.


En Augusto Figueroa hay un local en el que al juzgar por lo visto en el escaparate se venden artículos punkis. Al pasar me llamó la atención que en la puerta había lo que me pareció a primera vista un jabato, o sea la cría de un guarro jabalí. Su tamaño de unos cincuenta o sesenta centímetros de largo, aspecto juvenil y piel listada así parecía indicarlo. Me acerque a verlo y estaba mas mansito que un perrillo. Le pregunté al que parecía su dueño allí sentado en el suelo delante de la puerta. Me dijo que no, que era una guarra vietnamita y como le pregunté por su edad y por el tamaño que adquiriría me dijo que ya no crecía mas, que ese era su tamaño definitivo. Ya he visto en la Internet que se están empleando como mascota, y que George Clooney tiene uno y mas cosas. También que hay guarros vietnamitas de gran tamaño. No estoy yo al día en esto de las mascotas. Bueno, a mi lo que me sorprendió en definitiva es que tan civilizado cerdo contrastaba con su dueño, pues si bien aquel iba con su hocico libre de aquella argolla que antaño se ponía a los guarros para que no hozaran y no levantaran los suelos, éste si que llevaba en su hocico o labio superior un aro que no me atrevo a calificar de argolla ni pienso que impida hozar por donde los humanos suelen.


Hay muchas calles con nombres de santo por aquí en los alrededores de Chueca. Una de ellas es Travesía de San Mateo. Pobre santo y pobres vecinos. Los vecinos no importan, pero los santos y sus nombres deben ser librados de los hedores de orines que el calor veraniego incrementa. Como por otra parte ni vecindario ni locales tiene ya algo que ver con el santo nombre de las calles, parece que el aggiornamento urbanístico aconsejaría renombrar las calles para que tuvieran que ver con sus oficios y usos actuales, o con personajes del famoseo, a ser posible del barrio. Yo para la Travesía mantendría la primera parte y liberaría el nombre del Santo Mateo pasando a ser llamada mas propiamente Travesía del Santorín o vulgarmente del Meadero.