sábado, 22 de noviembre de 2008

Las Tablas de Daimiel siguen secas





Villarrubia de los Ojos tiene una antigua cooperativa de vinos. Se llama El Progreso y fue fundada en 1917. Es la segunda mas grande de España en producción y de las primeras de Europa. Muchos manchegos en nuestro camino de ida y vuelta a Madrid pasábamos por la Cooperativa a comprar vino. Yo lo compraba a granel, buen tinto y buen blanco a buen precio. Luego durante los ochenta se modernizaron y empezaron a producir crianzas y reservas de calidad que han seguido siendo atractivos. Ojos del Guadiana es una marca interesante. Y no hace falta ir a Villarrubia porque tienen una tienda al lado de la plaza de Chamberí.

Mi colega, gran experto en cooperativismo, estaba encantado cuando le llevaba vino que venía con una etiqueta de cooperativa de nombre y fecha tan progresista que hacía sospechar un propósito inicial al menos laicista.

Así que había que ir a visitarla y a comprar vino, y si parecía de interés aceite y queso.

La visita a Villarrubia y a la Cooperativa el Progreso cuyas instalaciones y bodegas amablemente nos enseñaron no decepciona.

Hemos de decir que no parece que la fecha de fundación tenga algún significado para los actuales gestores, que incluso la han eliminado de las etiquetas. Y manifestar una cierta contrariedad porque si vas a un sitio a comprar vino, mucho o poco, y pides catarlo es lógico que te lo den a probar y es error garrafal que te digan que no acostumbran. Ya no hay cooperativa o bodega que no te de a probar sus vinos.

 Como compramos vino y no lo catamos siendo hora del aperitivo buscamos lugar en Villarrubia y dejándonos guiar por la publicidad fuimos a un mirador de las afueras donde en un alto con vistas a la inmensidad de la Mancha hay un complejo singular con instalaciones religiosas, turísticas, hoteleras, rurales, etc., con mucha madera, cosa que le hubiera extrañado a Sancho si volviera a pasar por allí, tanta madera en la Mancha, y un enorme y horterísima escultura también en madera de Don Quijote, que desde luego si quisiera un nuevo milagro de la Caballería andante que éste pasara por allí, sin duda arremetería a lanzazos contra tan infamante imagen y a los follones y malandrines responsables del desafuero. Luego quedaría sin duda perplejo viendo una placa inaugural que recuerda a Bono que por allí estuvo bendiciendo aquello, claro indicio de su gusto por las placas inaugurales, como la de Sor Maravillas del Congreso.

 Una joven Aldonza nos puso unos vinos y quedó medio arrobada porque mi otro colega de crespa cabellera blanca era para ella la viva imagen de un padre o sacerdote de espiritualidad nunca vista. Con lo cual los acompañantes quedamos descojonados en silencio.

 Buscamos entonces la belleza de los espacios naturales de las Tablas de Daimiel por allí a pocas leguas.

 Un jueves de un día soleado de noviembre a mediodía no es momento tan raro para que un parque nacional no tenga visitantes. Y sin embargo esa era la situación en las Tablas de Daimiel. Y la visita en soledad un gozo, aunque las Tablas siguen prácticamente secas.

En la recepción una amable empleada instruye sobre rutas dentro del parque pero recomienda solo una en la que pueden verse aves porque transcurre por algunas tablas y zonas encharcadas. Su discurso es apenado y casi exculpatorio ante los visitantes: el Guadiana lleva años sin que baje una gota de agua y el Cigüela baja poco este año que apenas ha llovido. En la explotación agrícola de la zona pincharon mil veces el acuífero para regar y cultivar de todo como regadío en zonas de secano. Recuerdo en la visita de hace años con las Tablas ya secas regaban mediante abundante riego por aspersión las siembras de cereales, cebada y trigo. Tiraban el agua a chorros. Ahora parece que la utilización del agua es mas eficiente. Hemos visto en las inmediaciones campos inmensos de melones, ya recolectados porque solo quedan los pequeños y despojos, son melones de regadío que crecen inicialmente bajo lámina de plástico. La Mancha húmeda ha producido millones de toneladas de melones, antes decían que se exportaban a la Unión Soviética. Los agricultores de la Mancha enriquecidos vendiendo melones guardan un grato recuerdo de Bono que gobernó sin ponerles peros a las formas de explotación y utilización de los acuíferos. Ahora, que todo sigue igual, se trata de salvar las Tablas viendo si se pueden hacer trasvases desde el Tajo y haciendo prédicas a ver si llueve. El agua que llegara se metería por los agujeros de los pozos, y ya nunca habrá un humedal en las antiguas Tablas de Daimiel.

Aunque pudiera ser como antaño una maravilla, no deja de ser un lugar muy hermoso. La zona visitada en el cauce del Cigüela de aguas salobres está llena de masiegas, plantas altas con plumeros movidos por el viento. Había y se podían ver y escuchar muchas grullas. Nos dijeron que otras veces se han contado hasta cinco mil y que ahora no pasan de quinientas, falta agua para el descanso y falta alimento. El bosque de tarays es bonito y está muy bien cuidado.

 La jornada había que terminarla con una comida de especialidades manchegas en mesón afamado, pero terminó siendo en un restaurante bar genuino de Daimiel donde nos ofrecieron unas buenas judias blancas con careta de guarro.

 El retorno lo hicimos por Urda y Consuegra, parando aquí para ver la puesta de sol desde los molinos, comprar mazapanes artesanos y tomar la última de despedida y vuelta.