sábado, 3 de diciembre de 2011

NADER Y SIMIN: UNA SEPARACION. OTRA MAGNIFICA PELÍCULA DEL CINE IRANI




Película premiada con el Oso de Oro del Festival de Berlín de 2011 a la mejor película y con el Oso de Plata a todo el elenco de actores masculinos y femeninos, todo un éxito para su creador Asghar Farhadi, joven director (1972) que cuenta en su filmografía con otros éxitos como “A propósito de Elly”

Una pareja iraní han decidido dejar Irán para buscar un futuro mejor para su hija. Son de clase media. El trabaja en un Banco y ella es profesora posiblemente de inglés. Parece que comparten esa decisión. Cuando ya están a punto de irse el médico le diagnostica Alzheimer al padre de él. Este cambia decide quedarse para cuidar a su padre, lo que provoca una crisis de pareja que les decide a la separación matrimonial. El aspecto mas conflictivo es con quien se queda la niña de 11 años. Van a un juez con los papeles de la separación a plantear sus argumentos para que decida quien debe quedarse con la hija. Este momento es el principio de la película.

Uno de los planteamientos del film es implicar al espectador para que juzgue y se sienta parte de lo que ocurre. La primera secuencia plantea esta posición poniendo al espectador en el lugar del juez en interlocución con la pareja.

Lo singular del planteamiento de esta separación es que el motivo no es por causas de falta de afecto sino por desacuerdo en la forma de plantear el futuro de la hija. Al apostar ella por una salida al extranjero y al sentirse él en la obligación de quedarse para cuidar a su padre. La apuesta es firme y decidida por parte de ambos y la separación es inevitable. La historia está llena de matices y perspectivas. En la postura firme de ella está implícita la convicción de que el desarrollo educativo en Irán y el futuro de su hija solo se puede producir saliendo, lo que supone una crítica al régimen del país. La postura de él en cambio es la de quien apuesta por quedarse en su país para luchar desde dentro y transformarlo. Hay en el film un momento en que él acusa a su mujer de cobarde, de no querer afrontar los problemas y huir de la realidad.
La resolución judicial de atender la demanda del padre y por tanto impedir la salida de la hija al extranjero es el planteamiento que determina que padre e hija empiecen una nueva vida sin la madre y al cuidado del abuelo enfermo, mientras que la mujer vuelve a la casa de su madre. Por otro lado el padre contrata los servicios de una ayudante doméstica para apoyarse en ella para el cuidado del abuelo. Esta mujer es obviamente de clase baja y para hacer su trabajo tiene que desplazarse desde lejos e ir acompañada de su niña pequeña.
Como en la película “A propósito de Elly” un acontecimiento puntual desata el caos y es el elemento que cataliza la transformación de una situación “normal” a otra conflictiva y emocionalmente muy diferente. En aquella película una jornada veraniega placentera junto al mar de varias parejas se transforma en una conflictiva situación de parejas por la desaparición y posible ahogamiento de una invitada, lo que da pié a discusiones sobre las razones de los hechos que acontecen y los elementos de unión de las parejas. En la película “Nader y Simin. Una Separación” es la irrupción de una mujer pobre, embarazada, profundamente religiosa, víctima de un marido intolerante, la que va a ser el desencadenante de una situación terriblemente complicada por un hecho fortuito, el golpe recibido por la empleada que le origina un aborto y del que es acusado

Resaltamos algunos argumentos obtenidos de la crítica de Boyero:

Podría pensarse que en la decisión del jurado de otorgar el máximo premio a una película iraní ha influido la necesidad de reconocer y apoyar internacionalmente a una cinematografía que tiene frecuentes y graves problemas con el régimen autoritario que gobierna el país, hasta el extremo no ya de impedirte que dirijas cine, considerado subversivo por la censura, sino que te condenen a la cárcel por haberlo hecho. Ha sido el trágico caso del director Jafar Panahi, al que le han caído seis años de cárcel y veinte de inhabilitación por haber rodado imágenes de una manifestación antigubernamental con el propósito de incluirlas en la película que estaba haciendo. Y su caso no es aislado. En tan salvajes condiciones represivas hacer un cine crítico e indócil hacia las directrices del poder se convierte en algo tan peligroso como heroico. Pero independientemente de la solidaridad del jurado con los perseguidos, otorgarle el Oso de Oro a Nader y Simin, una separación es un acto de justicia y de sensatez.
El director Asghar Farhadi hace un penetrante retrato del generalizado malestar, el miedo, la complicada supervivencia, el sálvese quien pueda, a través de una historia aparentemente leve que se complica hasta niveles desquiciantes. La de un hombre casado y en proceso de separación que contrata provisionalmente a una asistenta para que le ayude a cuidar de su padre, enfermo de alzhéimer. Al descubrir que esta ha abandonado un día la casa dejando atado al enfermo y reaccionar con consecuente indignación ante la presunta mezquindad de la sirvienta, es acusado por ella y por su desempleado marido de haberle provocado un aborto. El desarrollo de esta pesadilla en la que todos pretenden chantajear al otro, con personajes que tienen anverso y reverso, luces y sombras, razón y sinrazón, está admirablemente contado.
Es una película poderosamente turbia, nunca previsible, que transmite una dolorosa sensación de realidad, que te turba al verla y al recordarla. Que le hayan concedido los premios de interpretación conjuntamente a sus actrices y actores tal vez sea excesivo, aunque todos ellos resulten verosímiles y naturales.
En esta confirma esas apasionantes características narrando con pulso hitchcockiano (la trama y el lenguaje me hacen recordar Falso culpable) la inmersión de un hombre legal y esforzado en un infierno psicológico y judicial que le puede despojar de todo lo que valora. Farghadi describe modélicamente la angustia progresiva de un padre, hijo y marido ejemplar desde que su mujer le pide el divorcio por negarse a exiliarse de ese Irán presuntamente asfixiante en compañía de ella y de la hija común (eso supondría abandonar el cuidado de un padre anciano y enfermo de alzhéimer) hasta que la denuncia por agresión de una mujer embarazada que ha contratado para que le ayude en la casa y atienda al enfermo transforma la realidad en una pesadilla. Es un retrato sombrío y profundamente humano del acorralamiento y el miedo, del sentido de culpa y la mala conciencia, de la mentira y el chantaje moral, del despertar de las miserias cuando la supervivencia aprieta, la violencia subterránea en una sociedad atemorizada, en la que casi todo desprende mal rollo.
Farghadi te introduce con enorme talento, con matices, con tensión y complejidad en esa atmósfera angustiosa, no juzga a sus personajes sino que expone sus razones para actuar como actúan, te hace partícipe de su incertidumbre y su tormento, logra que todo sea creíble y perturbador, dirige admirablemente a los actores, incluida una niña tan adulta como extraordinaria. Es una película que te conmueve al verla, también al recordarla.”

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